Uno de los placeres de mi papá es ponerle sobrenombres graciosos a todos. Puede ponerte varios a lo largo del tiempo, entre los que recuerdo están "terremoto" (porque de niña era un verdadero terremoto, no paraba nunca), "chelito" (por el nombre de la telenovela que veía mi mamá) y el último que me puso fue "dulce sueñito" en vista que mi mami, según él, era "Dulce Sueños" (uff no pregunten el por qué del sobrenombre).
La historia de hoy es sobre ella, mi mami, o más bien sobre sus últimos días entre nosotros.
Los primeros días de mi mami en el centro geriátrico aunque fueron angustiantes nos dieron esperanza que mamá podría mejorar ya que su necesidad de oxígeno nunca fue un problema, y hasta su apetito mejoró, pero los resultados de los exámenes médicos descubrieron algo que no esperábamos, anemia crónica, y que ameritaba estudios más profundos así como cuidados especiales. Tuvimos que trasladarla a un hospital.
"La anemia crónica producida por inflamación, también conocida como anemia por enfermedad crónica o ACD (por sus siglas en inglés), es un tipo de anemia que afecta a las personas que tienen afecciones que causan inflamación, como infecciones, enfermedades autoinmunitarias, cáncer y enfermedad renal crónica"
Cuando acudí a internet para saber qué significaba anemia crónica, nunca, nunca, nunca pensé que podía ser cáncer, en realidad ninguno de nosotros, y tras solicitar las primeras transfusiones (3 pintas) escuchamos por primera vez la palabra "leucemia". Llevar la carga de conocer la gravedad de la situación y no decirla a mi papi y menos a mi mami, pesaba mucho, realmente yo sentía que me ahogaba, pensaba que tenían derecho a saberlo pero acordamos con mi hermana no preocuparlos.
La segunda semana de aislamiento, sin contacto con nadie ni siquiera una ventana o televisión para pasar el tiempo, deterioró muchísimo el estado de ánimo de mi mamá. Recuerdo su petición llorando y gritando para que la saque del hospital, me conmovió a tal extremo que sentí que no podría manejar más esa situación. No soportaba verla tan indefensa, soportando el dolor de cambiar diariamente la vía del suero porque sus venas no soportaban y se rompían. No soportaba verla así, vulnerable y a la vez tan consciente de cada hora que pasaba en esa inmensa y fría habitación.
El viernes 2 de diciembre encaré al doctor, le pregunté: "Ha visto los brazos de mi mamá?, ha visto cómo está su estado de ánimo?, si usted me dice que tiene uno o dos meses de vida, no cree que es mejor que salga y esté en su casa rodeada de su familia?" Su discurso cambió de repente y me dijo "su mamá está mejorando, creo que en 48 horas saldrá" El domingo le pusieron una vía central venosa (lo que implica una pequeña cirugía) ya que la vía que habían colocado detrás de su oreja había colapsado.
Mi hermana mayor conversó con el hematólogo y lastimosamente le llenó la cabeza y el corazón de esperanzas (yo le dije que eran "pajaritos preñados"). Ya para ese momento, ya le habíamos dicho a mi papá, así en consenso votamos sobre cuál deberían ser nuestros siguientes pasos.
Por mayoría, se tomó la decisión de crear un sistema de cuidados en casa, lo que implicaba crear una especie de hospital en su habitación, con enfermera 24 horas, bomba para una tranfusión semanal (según el doctor era lo que iba a necesitar durante los "meses" que mi mami duraría😕), doctor de cabecera, en fin. Yo fui la que votó en contra, porque en el fondo sabía que mi mamá no tenía meses sino días.
Y aunque prácticamente había superado la neumonía (y con ello el temor/terror de una entubación), el sábado vuelve a bajar su nivel de hematíes... terminan aplicando otra tranfusión no solo de sangre sino de hemoglobina, plaquetas y 4 bolsas de un líquido amarillo, vaya a saber Dios qué eran... el doctor nos pide 48 horas para estabilizarla.
Se programa su alta para el jueves 8 a las 10h00, volvería a su casa (separada por un corredor de la casa de mi hermana Betty), pero una llamada de mi hermana a las 9h30 marcaría el inicio del final. "Me llamaron del hospital, mamá se puso mal, está vomitando y quieren nuestra autorización para entubar". No se cómo lo hicimos (porque no se permite el ingreso de más de 1 persona por paciente) pero mi papá, mis hermanas, mis cuñados, mi esposo y yo estuvimos en el hospital alrededor de su cama mientras coordinábamos el traslado a la casa.
Cuando estábamos por salir nos dimos cuenta que no podríamos ponerle hidratación ni medicinas intravenosa porque el hospital le había retirado la vía central (no me pregunten por qué lo hicieron), ese fue el inicio de todo lo que ocurriría los siguientes días.
- la ayuda de Leonor y Julio para su hospitalización.
- la contención de los amigos, que se hacían presente con un mensaje o una llamada o su hombro para llorar.
- los médicos y enfermeras (angelitos) que sin conocernos nos dieron consejo, guía y ayuda.
- los ojos llenos de amor y lágrimas de mi padre mientras sostenía la mano de su compañera por más de 54 años.
- la actuación de mi hermana Stephy que asumió valientemente el rol de nuestra abuela cuando mamá llamaba a su mami.
- la conversación con mi hermana mayor, la noche del viernes, cuando reímos como si no tuviéramos porqué llorar.
- la entrega de mi cuñado Xavier, que salía de madrugada a buscar medicamentos, y darnos de comer sánduches y café, en la noche.
- la compañía silenciosa de Roberto, mi esposo, que estuvo allí para sostenerme.
- la confesión de mi mami cuando me dijo que yo era la que mejor la atendía cuando le dábamos de comer en el hospital. (mis hermanas se enterarán de esto ahora 😁)
- y con este final feliz... el mensaje que recibimos de ella, desde el más allá: "estoy feliz, ya no tengo dolor, estoy con mi mami y Brunito... me vinieron a recibir toda una comitiva!"
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