sábado, 3 de febrero de 2024

La va a matar

Eso es lo que yo pensaba, sentada debajo de la mesa de nuestro comedor en la casa del sur.  Junto a mí, estaba mi hermana mayor... mi hermana Stephy ni siquiera estaba en planes, yo habré tenido 6 o 7 años.

Estos éramos nosotros.  Yo soy la bebé, así que no tengo recuerdos de esos días, pero cada vez que veía esa foto, yo veía una familia feliz, sin problemas de ningún tipo.  

Mi mami guardaba las fotos antiguas, así fue como conocí a mi abuelo materno, quien falleció cuando mi mami tenía apenas 2 años, a él y a toda la familia de lado materno.  Mi padre tenía muy poquitas, pero estaban en cajas, álbumes de fotos, fundas, y cuando las revisábamos, siempre siempre escuchábamos las historias, no importaba que la hubiéramos escuchado antes... yo entraba como en una especie de trance cuando mamá empezaba a contarnos (extraño eso 🥹)

De hecho soy muy fan de tomar fotos, a donde vaya, quiero ir documentando momentos, para mí, las fotos son como un momento congelado en el tiempo, es como que capturas no solo el lugar, sino lo que estabas viendo, lo que estabas sintiendo, lo que habías comido o incluso lo que habías comprado.  Y aunque me digan antigua, no hay nada como tener la foto impresa en la mano, aunque en ocasiones me haya visto en la necesidad de "hacerle zoom" 😁 

En fin, volvamos a ese día... estoy segura 100% que no fue la primera vez que ellos, mis papás, discutían, pero esa es la que me ha acompañado toda mi vida.  Hace poco, mi hermana Betty me contó que mientras era hija única, presenció una horrible situación de violencia de mis papis, que cuando me la contó con lágrimas en los ojos, no supe cómo reaccionar porque fue la primera vez que supe que había pasado.

Era un día caluroso, habíamos llegado del colegio porque mi mami aún estaba vestida con ropa de calle.  No recuerdo específicamente cómo empezó la discusión, pero el motivo ya era bien sabido por nosotras, los celos de mi papá.  Mi madre era una mujer bellísima, y esa era la razón suficiente de mi padre para celarla.

Yo estaba sentada en el comedor, de espaldas a ese corredor que se convirtió en ring de pelea.  Apenas empezó, me escondí debajo de la mesa.  Mi espalda estaba contra la pared fría, recogí las piernas de tal manera que toda yo, cupiera entre las patas de la silla y la base de la mesa.  

Mi cabeza no llegaba a topar el tablón de la mesa, por lo que mis ojos presenciaban la escena, justamente como si fuera una película, y la toma solo alcanzaba a registrar parte del torso y las piernas de mis padres.

No se cuándo, ni como llegó mi hermana Betty, 4 años mayor que yo.  Solo sé, que en mis recuerdos ella está a mi lado izquierdo.  Estamos en completo silencio, observando y escuchando.

No logro recordar alguna frase en específico, solo se que gritaban, ambos... que estaban frente a frente, que en ocasiones mi padre avanza y mi madre retroce. No puedo decirles si fueron minutos u horas, solo recuerdo que para mí, fue eterno.

Recuerdo exactamente los zapatos que usaba mi mamá, eran hermosossssssssssssssss... yo jugaba con ellos porque tenían un taco altísimo y muy delgado, eran color salmón... unas zapatillas con un base de un material que parecía corcho.

De pronto vi avanzar a mi papá, y casi encima de mi mami... la discusión terminó.  No recuerdo si salí rápido de debajo de la mesa o me quedé un buen rato,  pero cuando salí recuerdo el rostro de mi papá sangrando... mi madre para defenderse había usado su zapatilla, y el taco se incrustró justo por debajo del ojo derecho de mi papá.

Toda mi vida, cuando alguien levanta la voz, un poco más de lo considerado normal, yo me paralizo, vuelvo a esa mesa y revivo esta historia en mi cabeza.  Hace poco, mientras discutía con Roberto, cosa que sucede casi nunca, en un momento él levantó la voz, e inmediatamente conecté con esa niña que se paraliza debajo de la mesa, por lo que decidí investigar mi historia, y cómo ésta me ha afectado a lo largo de mi vida.

Me sorprende darme cuenta que había normalizado, el nivel de violencia verbal y físico.  Personalmente no he sufrido un nivel de violencia física, en mis relaciones, pero de la verbal sí, eso es seguro y mi respuesta siempre es paralizarme.

Se que dirán que mis padres no deberían haberlo hecho, pero la realidad es que pasó y no puedo cambiar esa historia en particular, pero sí puedo detener volver a ella, cada vez que alguien levante su voz, durante una discusión.  

Así que luego de escribir todas las creencias y pensamientos que tenía asociadas a la historia, me sorprendió darme cuenta que mi peor temor era que mi padre matara a mi mamá.  No se imaginan el llanto atragantado que tenía y que me conecta con sentirme vulnerable e indefensa.

Por qué vuelvo a la mesa y decido paralizarme, por qué no busco dejar de ver el espectáculo, por qué alimento el temor y la angustia?  Porque cada vez que un hombre (amigo, pareja o jefe) levanta la voz durante una discusión y mi mente vuelve a vivir esta discusión de mis padres, me coloca en ambos roles:  la niña que se esconde debajo de la mesa, paralizada y la mujer que según yo, está en peligro de muerte.

La mente es tan increíble que a pesar que en esa ocasión mi madre se defendió como pudo, yo nunca, nunca, nunca he podido reaccionar en modo defensa, para mi esa no ha sido una opción.  Y aunque mi intención no es terminar una discusión a los golpes, me gustaría terminarla como adulta, que sabe poner límites y sin entrar en el juego de la victimización. 

Hoy logro reconocer que a esa niña, le hacían falta disculpas, contención, abrazos, y un fuerte compromiso de ambos padres de empezar a gestionarse y resolver sus conflictos de otra manera, pero esta adulta debe entender que esta historia quedó en el pasado, que levantar la voz no significa que estoy en peligro de muerte, y que tengo el deber y el derecho a defenderme, porque paralizarme no significa que la discusión termine.  

Elijo que el final feliz de esta historia, es hoy, porque elijo no vivir en el pasado, acepto que esta historia es de mis padres, rompo este ciclo y con ello logro perdonarlos y perdonarme porque pensé que no debía defenderme, o pensar que no hacer nada era lo mejor para mi.  Hoy se que YO tengo el deber y el derecho a respetarme, cuidarme y que muchos años cedí esa responsabilidad de hacerlo, a otros... y eso se termina hoy.

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