lunes, 29 de enero de 2024

Cuando entiendes que el amor no es lo tuyo

Llevaba 2 años sin tener una pareja formal... bueno yo pensé que la tenía con el chico que conocí justo unos meses antes que Bruno Alejandro falleciera... de hecho compartimos algunos momentos los 3 juntos... ni siquiera recordaba esto hasta que empecé a escribir.  Nunca tuve intención de presentar a Raúl (nombre ficticio) a mi hijo, porque teníamos muy poco saliendo; pero cuando llegó el ramo de rosas que él me envió y tuve que responder a la pregunta:  "mami, quién te envió el ramo?" supe que había llegado el momento.  Raúl pasó a mejor vida, no no... no piensen que "estiró la pata!", tal vez en algún momento les cuente detalles de esa historia, pero hoy... tengo ganas de contarles cuando decidí que el amor no era lo mío.

Cuatro meses después de transitar mi "pequeño" infierno por la pérdida de Bruno Alejandro, me cambié de trabajo, y me llegó uno (otro pequeño infierno), que me aseguró que mi mente no tendría ni un solo minuto para recordar lo que apenas me había ocurrido.  Bueno no solo era que tenía infinidad de trabajo, sino que el ambiente laboral era terrible:  conflictos, chismes, bandos, problemas, egos, juegos de poder, uff!  

Así que con la ruptura amorosa de Raúl, adicional a todo lo que venía viviendo, había empezado a caer en un hueco muy muy profundo, obviamente en ese momento no lo reconocí.  Y como todo aquello a lo que prestas tu atención y tu enfoque se hace realidad, pues mi vida se tornó muy muy oscura, del color que lucía ese hueco profundo en el que estaba.

Cuando estás allí, tienes dos opciones mimetizarte con la oscuridad o intentar salir de allí.  Obviamente era mucho más fácil quedarme allí, "soportando", total no tenía muchas ganas de vivir, la mejor forma de describirlo era que estaba en modo supervivencia.

Mientras escribo, no logro entender cómo si estaba como estaba, físicamente no lucía mal; al contrario lucía espectacular. Tenía 36 años, muy delgada (venía sin comer o comer a deshoras), me encantaba vestir a la moda, muy sexy y usaba una larga cabellera, que me costaba muchos cientos de dólares mantener.  Me veo en las fotos de esa época y puedo ver la farsa que estaba viviendo, aunque nadie nadie lo notara, ni siquiera yo.

No me equivoco al decirles que YO era una auténtica bomba de tiempo, obviamente que no lo sabía en ese momento, pero yo seguía esforzándome para merecer amor, como lo había venido haciendo desde niña, buscando reafirmar mi valor convirtiéndome en la mujer perfecta para cualquier hombre.  Exacto... CUALQUIERA!

Acepté salir con amigos de mis amigas... que NO me atraían.
Acepté salir con compañeros de trabajo... que NO me gustaban.
Acepté retomar una antigua y prohibida relación... que NO me hacía bien... NUNCA me hizo bien.

Y justo en ese momento, un buen amigo llegó de vacaciones a Ecuador.  No nos habíamos visto desde hace 11 años, cuando nos quedamos, mis hermanas y yo, en su casa de Miami.  Aunque no nos habíamos vuelto a ver, habíamos estado en comunicación.  Me invitó a cenar y me sorprendió con una cajita de Tiffany.  Cuando estaba cerrando el broche de la cadena, me preguntó si yo también había sentido algo "esa noche" en su casa en Miami.  Yo asenté con la cabeza y nos besamos.

Pocos meses después, cuando se cumplió el primer aniversario de Bruno, me invitó a su casa en Sao Paulo.  El era una persona muy inteligente y preparada, lo que mi madre diría "un buen partido".  Y sin proponérmelo, empezamos una relación a distancia.

Añadamos esto a la lista.  Acepté tener relaciones a distancia... que NO me llenaban. Pocas llamadas, pocos correos y cero visitas en casi un año... la relación se enfrió... mejor dicho se congeló.  

Así que, sin saber cómo, acepté ser la tercera en discordia en una rara y absurda relación... Mmmmm sin comentarios.

En octubre del 2011, mi amigo volvió de Sao Paulo, por unos días y me pidió volver a vernos.  Dos días después, tuve que pasar por una cirugía y cuando estaba en mi cama pensando por qué no me había visitado, llamado o escrito... al fin me logré ver y no me gustó lo que vi.  

Me sentía cansada de intentarlo todo y no conseguir ninguna relación duradera.
Me sentía agotada de darlo todo y no sentirme amada.
Me sentía decepcionada por no saber escoger bien a mis parejas.
Me sentía triste y vacía, por no poder ser valiosa para nadie. 

Ese día lo "entendí", yo no había nacido para el amor, así que decidí que no volvería a intentarlo...  NUNCA más!

Durante los siguientes dos meses, 8 atentos caballeros intentaron convencerme, al mismo tiempo, de tener una relación seria y formal. Yo era muy clara con ellos, no tenía ninguna intención de empezar nada, podíamos ser amigos pero nada más. Lo reconozco, aunque era emocionante tener tanta atención, el estar sola y concentrada en mi, era tan diferente a lo que había hecho, que valoraba mucho no tener que estar preocupada por tener que ser la mujer perfecta para nadie.

Un buen día mi compañero de trabajo Miguel, me pidió que lo acompañe a un almuerzo de trabajo en un restaurante muy conocido de la ciudad, que quedaba en un hotel en el centro, porque quería presentarme a su amigo, quien manejaba la parte comercial del hotel.  Insistió tanto, que hasta consiguió permiso de mi jefe para que lo acompañe a esa cita.  Realmente no entiendo cómo pasó todo y cómo accedí finalmente a ir.

Era diciembre 8/2011, el día que me presentó a Roberto.  Me llamó muchísimo la atención su inteligencia y lo caballero que era, de esos que ya no existen.  Me impresionó la capacidad que tenía de mantener la reunión de trabajo, pero a la vez de preocuparse de mantener una amena conversación conmigo.  Mis parejas jamás habían sido particularmente atractivas, a excepción del papá de Bruno, pero Roberto definitivamente NO era mi tipo, además era bastante mayor para mi.

Nos volvimos a ver, luego de una semana.  Resulta que él había trabajado antes para la misma empresa en la que yo trabajaba, así que fue la excusa perfecta para que Miguel invite a Julita, compañera nuestra y quien conocía a Roberto desde aquella vez.  Esta vez nos sentamos en la barra, así que no tenía más remedio que conversar con él, o darle la espalda.  Su conversación era tan interesante y entretenida, que la última opción no era realmente una opción.

Pasaron unos días, salí a almorzar con Miguel.  Le dije que yo no comería porque tenía un malestar estomacal, parecía que la cena que había tenido la noche anterior, en ese hotel, no me había caído nada bien.  Miguel me dijo que yo debía decirle a Roberto, a la vez que me insistía que él estaba muy interesado en mi, lo que para mi no tenía sentido porque no me había pedido ni siquiera mi número celular.  Ni corto ni perezoso, Miguel le escribió y ese día chateamos por durante 2 horas, a través del blackberry messanger!!!

Tengo que reconocer que podía conversar con él, durante horas sin aburrirme.  Era gracioso, ocurrido, simpático pero a la vez serio, formal y caballero.  Era una mezcla rara, no había conocido nadie igual que él.  Su característica más interesante, era su extraordinaria forma de escuchar. No volvimos a vernos sino hasta febrero, Miguel organizó una salida, pero a la hora de la hora no apareció, y aunque fue la noche más embarazosa del mundo, a la vez fue muy agradable y especial.

Salimos un par de veces más, y recuerdo exactamente cuando empecé a verlo con otros ojos, a estar atenta al celular por si llegaba algún mensaje, a disfrutar tanto nuestras conversaciones, como el día que me invitó al cine.      

Nos sentamos a tomar algo, antes de entrar a la sala.  Mientras conversábamos, sentía que lo conocía de toda la vida y que estar a su lado se sentía tan diferente y agradable, pero por otro lado pensaba que no quería repetir todo lo que había vivido estos dos años.  Así que cuando me dijo que quería ser mi novio, me quedé en shock, podía escuchar la pelea campal entre mi cabeza y mi corazón.  Finalmente me armé de valor y le dije que había tomado una decisión y que por el momento no tenía intención de estar en pareja.  Me había dado de plazo hasta junio para disfrutar de estar sola.

Me dijo que si era mi decisión, seríamos solo amigos, pero cuando lo oí decirlo sentí que se me encogía el corazón, y me latía tan fuerte que pensé que se me saldría del pecho.  Casi al instante, y sin proponérnoslo, nos fuimos acercando, primero fueron las manos, luego entrelazamos uno de nuestros dedos, y luego nos dimos el beso más maravilloso que me han dado en toda mi vida.

Estaba enamorada, como nunca lo había estado.  Era tan diferente, que se sentía extraño, raro, no reconocía lo que sentía, era especial, intenso y único.  Apenas 55 días después de nuestro primer beso, nos fuimos a vivir juntos y ya llevamos juntos más de 12 años, y este 21 de junio cumpliremos 10 años de casados.  Somos pareja, amigos, compañeros y nonnos de Amelia y Luna.





Fue la primera vez, que alguien vio lo que había dentro de mi, él me conocía más de lo que yo misma lo hacía.  Me enseñó sobre los juicios, la libertad, ser auténtico y verdadero, me enseñó su extraordinaria relación con Dios, no la que yo aprendí en el colegio de monjas.  Me enseñó una nueva forma de vivir la vida, que aunque al principio no entendí, ni comprendí, me provocó curiosidad y asombro descubrir.  

Por eso, yo decidí que el día de nuestro primer beso fuese el final feliz de esta historia y el inicio de una historia de re-descubrimiento, de mi re-conocimiento... porque desde que conocí a Roberto empezó mi camino de entender que el amor que buscaba, ya lo tenía, siempre estuvo, solo tenía que darme cuenta que la única fuente de amor era yo misma.

No fue de inmediato,  fue poco a poco.  Fueron sus consejos, sus acciones, a vivir sin reaccionar, a valorarse.  Le agradezco poder ver más allá de lo que veía que era mi vida, hoy me priorizo, me valoro y me amo tanto, y comparto esta nueva vida con un compañero amoroso, mi media mandarina (como dice él).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario