jueves, 28 de marzo de 2024

Tengo que producir, de lo contrario... ¿qué?

Como algunos de ustedes sabrán, en enero/2023 me informaron que luego de 7 años en la empresa para la que trabajaba, pasaba por una reestructuración, y eso solo significaba una cosa:  estaba despedida.  Si quieres saber más del chisme puedes revisar esa historia acá 👉 La bendición de ser despedida

Pero como saben también, mi plan B era empezar mi marca personal como Coach, ya que en julio me graduaría como Master en Coaching Directivo y Liderazgo en Barcelona, actividad que venía ejerciendo desde que nos lo permitieron, el año anterior.  

Empecé a trabajar con un consultor para mi marca personal... no los aburriré con detalles, en julio puse en producción, mi web y mi cuenta de instagram... la de LinkedIn la había empezado a la par de empezar mi actividad como coach.

Regresé de Barcelona, me puse frente al computador y empecé a crear contenido en mis RRSS, hablaba de liderazgo, comunicación, empatía, creencias limitantes...  todos los días me levantaba y escribía... sin parar.  Aprendí a editar videos, hacer en vivos, a usar Canva.... Dije estoy lista para los nuevos clientes... pero solo se escucharon los grillos afuera de mi casa!

Fueron meses difíciles... porque escuchaba la voz en mi cabeza, que me decía "Tienes que producir!", "Tienes que generar ingresos..." No me quería comer la generosa liquidación que había recibido, pero tampoco llegaban los clientes... estaba en un bucle interminable, que empezaba con la esperanza, pasaba por la comparación, atravesaba la incertidumbre y terminaba en la desesperación... 

Mientras escuchaba una masterclass sobre "Presentarte sin miedo", la speaker abrió micrófonos para que las que quisieran se presentaran, así como sus servicios.  Y allí la escuché, era una mentora en Comunicación y Ventas, su mensaje era tan específico... parecía que me hablaba a mi, aunque estábamos más de 100 personas escuchando, parecía que conocía por lo que estaba pasando.  Tenía que trabajar con ella.

Recuerdo nuestra primera charla, cuando le dije cuánto cobraba... me dijo:  "Estás loca! ¿No te das cuenta el valor de lo que ofreces?"  Aunque no le contesté, la respuesta en mi cabeza fue:  "Valor????"

Como nada es casual, sino todo lo contrario... Unos meses antes de empezar con su mentoría en Comunicación y Ventas, yo había descubierto mi patrón... al fin había descubierto que tenía el hábito de la complacencia y claro, estaba en negación.  No podía creer que yo había hecho todo lo que había hecho solo para complacer a mis padres, mi hijo, mis parejas, mis jefes, mis amigos.

Luego pensé que esto sería "pan comido", solo tendría que recordar que lo era: "complaciente" y simplemente "evitarlo"... e ingenuamente pensé que se resolvería de la noche a la mañana. Grave error.

Había días que me levantaba y me comía al mundo... y otros no quería ni levantarme de la cama, en una mezcla de verguenza y culpa por lo que había hecho, tristeza por el tiempo perdido, desesperanza porque sentía que esto era más grande que yo... 

Recuerdo que tomé la segunda clase, y el ejercicio me removió todo, no podía dejar de pensar que no era suficiente, que cómo la gente iba a escuchar mi mensaje, que quién era yo... pero a la misma vez la desesperación por generar dinero, por demostrarle a mi esposo que yo también podía aportar para los gastos en la casa.  Creo que durante 2 o 3 días, solo pensaba en eso mientras leía, veía TV, comía... cuando me acostaba y cuando me levantaba... SIEMPRE.

Esa mañana me levanté y fui al baño, y de pronto lo sentí... supe que me daría eso... (mmm no se cómo voy a explicar esto con palabras).  Desde los 14 años, lo he tenido.  Empieza con un frío por todo el cuerpo, que se manifiesta con escalofríos, luego llega un calor extremo, que se manifiesta con sudor excesivo y luego me apago:  primero los pies, las piernas, el tronco, y para cuando llega al cuello no tengo control absoluto de mi cuerpo.  


La primera experiencia llevó consigo sendos exámenes médicos, revisiones, y la conclusión de los doctores fue que no tenía nada, y que tenía que tomar de por vida:  Xanax.  Lo cual hice por unos meses, hasta que me rebelé.

Con el tiempo, aprendí a controlarlo... me sentaba y me acomodaba de tal manera que mi cabeza no llegue a golpear el piso.  La recuperación llega tan rápido que para mi se convirtió en algo normal.  La cara de mi esposo cuando vio por primera vez lo que me ocurría, fue muy muy graciosa... Bueno yo me reí, él no tanto.

Hace 3 años, tuve un episodio bastante fuerte, mi cabeza golpeó el vidrio del baño y mi esposo corrió a rescatarme al escuchar, entre sueños, el golpe.  Llamó a la ambulancia porque esta vez no logré recuperarme, tuve 3 desvanecimientos consecutivos.

Volví a los exámenes, esta vez el cardiólogo diagnosticó:  síndrome de vasovagal.  Así que hice un trato con Roberto, cuando me vaya a dar, lo llamaría.  Así que cuando despierto, él ha evitado que mi cabeza se golpee, ha logrado levantarme las piernas, y tiene listo el agua con sal o las galletas saletas.

¿Dónde me quedé?  Siiii, esa mañana pasó y aunque Roberto logró escucharme y llegar a tiempo, me dijo que había sido el episodio más complejo que había tenido.  Intenté pararme varias veces y prácticamente no pude, me llevó a la cama casi cargada, tenía naúseas, mi presión estaba por el piso, mi cerebro se sentía pesado... Ahora que lo escribo... mi cuerpo manifestaba tal cual como me sentía anímicamente.

Ese día, descansé... no hice nada.  

Pocos días después, tuve un almuerzo con mis mejores amigos. F. y M., quien me acompañó a tomarme un café.  Bastó hacerme una pregunta: "y bueno cómo estás?" para que yo empezara a llorar.  Empecé a decirle lo mala pareja que era por no poder colaborar con los gastos de la casa... y de pronto me paró en seco.  Me dijo: "pero si tú colaboras..." y luego me explicó cómo mis ahorros producto de: mis bonos, mi liquidación y el valor de la venta de la casa (que pagamos mi esposo y yo) generaban mensualmente los ingresos con los que yo estaba colaborando.

Me caí de la silla...  entonces lo entendí... me di cuenta que tenía que elegir todos los días quién quería ser ese día, la que se queja o la que se compromete consigo misma, la que elije ser la nueva yo y no la del pasado.  Y empecé a hacerlo.

Con ello me permití investigar mis historias, enfrentarme a mi pasado, para cuestionarlo, entenderlo y darle un cierre.  Investigar mis historias me permite reconocer mis pensamientos y creencias, a lo que me aferraba y no me permitía avanzar.  

Solo así logré aceptar la realidad y vivir en el presente, que ahora luce maravillosamente diferente.  Sabes por qué?  Porque hoy elijo ser feliz siempre, pase lo que pase, porque yo le pongo el significado a lo que me ocurre, así me aseguro de convertirme en esa persona que quiero ser.

Logré ver por primera vez, los avances que había hecho, me los celebré y lo sigo haciendo.

Y los clientes?  Llegaron y con tarifa nueva.  Hoy cobro 3 veces más porque conecto con mi mensaje y se lo valioso que es para las mujeres que se permiten empezar un camino que yo recorrí y logré vencer.  

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