domingo, 14 de enero de 2024

Mi primera cita con Bruno

Bruno era un niño especial.  Ya los escucho diciendo "toda mamá dice que su hijo es especial" bueno bueno, espero que si eres un lector de mi blog encontrarás alguna historia de él que lo demuestra.

Mi mamá había salido de la habitación, eran como las 7h00 u 8h00 de la mañana del 31 de marzo. La enfermera entró, con "el gringo", como le decían en el cunero porque era hora de alimentarlo, era nuestra primera vez.  Me había preparado para este momento, como con todo lo que hago en mi vida, leí artículos, seguí al pie de la letra lo que me enseñó la ginecóloga y mi instructora de parto, me peinaba las chichis, me daba masajes, TODO!  



Lo recuerdo tan vívidamente, venía envuelto en la colcha azul con un osito dormido sobre una media luna, parecía que estaba entre nubes.  La enfermera me dio una explicación breve de cómo, yo me lo llevé al pecho y fue mágico, Bruno empezó lactar... y cuando levanté la vista estábamos solos.  

Sí, eso fue mágico, sentirlo sobre mi pecho, verlo allí cerquita, un ser tan chiquitito que dependía única y exclusivamente de mi.  Al fin tenía a mi príncipe!  Pero como en todo cuento hay un villano... Pues qué creen? A pesar de toooooooda mi preparación, yo no producía leche materna suficiente (yo diría ninguna)... intenté de todo ese día, comprensas, presión, tomar más líquido, de todo! 

Bruno no paraba de llorar porque tenía hambre.

Yo estaba frustrada, cansada, adolorida, mi pobre madre tenía que levantarse de un sofá cama tan tan bajito que para cuando lograba estar de pie, yo ya me había levantado, lentamente y sosteniéndome la panza recién partida y cosida, y había sacado a Bruno de la cuna para volver a subirme a la cama e intentar alimentarlo nuevamente.  

Verán que la magia, como para las 4h00 del 1 de abril había desaparecido por completo... recuerdo haberle dicho a mi mamá... "si llora una vez más, pídele a las enfermeras que se lo lleven y le den agua de anís"  Esa es una de las "culpas" que sobrellevé algunos años durante mi corta historia con Bruno. 

Durante un mes más, intenté la alimentación exclusiva con leche materna.  Aunque cada vez que Bruno lloraba, no es que llorara, sino que gritara.  Probé todas las técnicas del mundo, todas.  Recuerdo ponerme compresas tan calientes que me quemaba el pecho, tomé pastillas, tomé todos los remedios caseros, hice de todo.

Usaba una máquina para extraer leche.  Con las compresas calientes encima, me enchufaba a la máquina y luego de algunos minutos, solo... como lo leen... solo me salía 1 o 2 gotas en algunos minutos.  Hoy, con los años y con mi experiencia como coach, entiendo que mi salud emocional no era la mejor, venía arrastrando un nivel de sufrimiento de pérdida y de rechazo, que no colaboraba con el coctel de hormonas del parto y la nueva responsabilidad del rol de mamá.  

Yo vivía con mis padres, mi madre me ayudaba con Bruno, así que un día apareció con un tarro de leche para él.  Obviamente se lo lancé por la cabeza, no le hablé a mi mamá en todo el día.

Un día mientras conversaba por celular, con mi instructora de parto, para que una vez más me aconseje sobre algún otro remedio y eso me permita mantenerme firme con la alimentación con leche materna, ella lo escuchó llorar.  Fue en medio de su habitual charla telefónica, y mientras me explicaba la importancia que él reciba mi leche... mi mami lo acercaba, así que ella lo escuchó llorar a Bruno.  Se quedó en silencio y me dijo... "Karyna dale biberón ya!"

Bruno tomó 8 onzas de leche en una sola toma y yo lloré todo el tiempo porque pensaba que estaba siendo una pésima madre.

Y así transcurrió nuestra vida, éramos una pareja invencible.  

No había nada más gratificante que volver a casa para verlo, estar con él, dedicarme a él.  Mi vida cambió completamente, dejé de usar mi ropa para usar jeans, camisetas y tennis, me corté el cabello para evitar que Bruno lo jale y me corté mis hermosas uñas largas, para poder manipularlo sin riesgo de arañarlo.  

Era una nueva yo, feliz pero era un nueva mujer.  

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