miércoles, 10 de enero de 2024

Me están apuntando con un arma

El día de ayer mi país se vio afectado por ataques coordinados en diferentes ciudades del país.  Dichos ataques están orquestados por organizaciones delictivas asociadas al narcotráfico, bandas como: Los lobos, Los choneros, Los Tiguerones... no vale la pena mencionar a todos, menciono los que tengo en la memoria.

Desde mi humilde opinión, y para describirlo de cierta forma entendible para todos, el país lleva varios años acumulando tensión, como si fuera una olla de presión, que creo ha empezado a escapar, aunque para algunos ya explotó.  Lo que es cierto es que el presidente lanzó algunos decretos y la ciudadanía está nerviosa y alterada, sobre todo porque en la ciudad de Guayaquil, donde vivo, unas 15 personas secuestraron un canal de televisión justo cuando salía al aire su noticiero.


Al regarse la noticia, la ciudad soportó la salida masiva de escuelas, universidades y lugares de trabajo de miles de personas, a la misma hora, y por las mismas calles.  La angustia no solo se apoderó de esta ciudad, sino que el terror fue apoderándose de otras, como la capital, que por durante muchas horas estuvo colapsada por el tránsito y la falta de medios de transporte.

Los medios de comunicación tradicionales, así como otros medios en redes sociales trasmitían información, con imágenes en vivo de lo que pasaba. Yo estaba en mi casa, junto con mi esposo, y luego de ponerme en contacto con familia y amigos, seguí al igual que el resto de personas, consumiendo la trasmisión, durante gran parte de la tarde y noche.  

No, yo no estuve en el canal de televisión, pero quise desde mi nueva visión de los hechos, aunque no desde mi sala de televisión, sino desde mi propia experiencia, esa en la que he tenido una pistola apuntándome a mi cara o mi cuerpo.

En total han sido cuatro, dos fueron relativamente rápidas, apenas duraron minutos... pero aún recuerdo vívidamente lo que viví durante un asalto, en 2009, en un restaurante donde fuimos secuestrados unas 30 personas que nos encontrábamos almorzando y otro más intenso, en 2011, cuando la policía nacional se declaró en paro y el país quedó a merced de la delincuencia común.

Recuerdo que trabajaba para una de las más importantes empresas de ventas de electrodomésticos de retail, nuestras oficinas corporativas estaban ubicadas en el sector norte de la ciudad, no era un barrio considerado "malo" pero nunca se me hubiera ocurrido transitar por allí, caminando.  Mi jefe y yo estábamos a cargo del proyecto de implementación del nuevo ERP, el cual se trabajaba con un proveedor del exterior, casualmente ese día habían llegado desde Argentina para trabajar durante 1 semana con nosotros.

El proyecto en sí, era sumamente desgastante, tenía a mi cargo un equipo de 15 personas, más el equipo de 40 usuarios o más, que trabajaba como parte de la implementación.  Estábamos reunidos cuando, al igual que ayer, la noticia se hizo viral... la policía nacional se había sublevado y el presidente terminó recluido en un hospital, en espera de su liberación.  Mucho tiempo después, este episodio se conoció como el 30-S, y fue utilizado políticamente, en mi opinión de forma magistral.

Y mientras policías y un buen grupo de militares se enfrentaban al gobierno de turno, la ciudadanía quedó sin resguardo alguno, esto empezó en horas de la mañana.  Mi jefe me propuso ir a almorzar junto con parte del equipo, a un lugar cercano, para evitar sacar el vehículo.  Apenas eran 4 cuadras, éramos 6 personas, 4 hombres y 2 mujeres.

Entramos en el restaurante y fuimos a la parte interna del mismo, el lugar estaba repleto.  Se podía sentir que el ambiente estaba pesado, recuerdo que comimos de prisa, no había lugar para la sobremesa ni para el cafecito, y cuando estábamos esperando pagar, se escuchó el primer disparo.  Todos fuimos a dar al piso.

Recuerdo los gritos a mi alrededor, la chica que nos acompañaba realmente estaba histérica... pero no tanto como estos pobres consultores argentinos, uno medía 2 metros, el otro no tanto.  Luego se escuchó el segundo disparo.  Recuerdo haberme sacado todas mis joyas (no entiendo por qué salí con ellas 😕), a la par que les decía a estos tres que se calmaran, que respiraran, que se preparen para salir. 

Mi jefe y yo, hicimos contacto visual y simplemente lo supe, agarré a mi equipo, nos incorporamos para ver qué pasaba.  Lo que ignorábamos, hasta ese momento, es que en vista la policía se había sublevado, la delincuencia común había empezado a hacer de las suyas:  robos, asaltos y saqueos en toda la ciudad.

El guardia del local había logrado evitar la irrupción del ladrón hacia el local, así que salimos apenas pudimos... caminamos rápidamente esas 4 cuadras hacia la oficina.  La administración nos autorizó a regresar a nuestras casas, así que algunos compañeros se ofrecieron a llevarnos en sus vehículos.  Mi vehículo durmió, esa noche, en la oficina.

** Historia 2 **   

No me había dado cuenta, hasta este momento, que ambas historias tienen algo en común, trabajaba en el mismo sitio.  Esta en cambio, sucedió apenas 3 meses que mi hijo había fallecido, en 2009.  Habíamos decidido almorzar, mi nueva amiga y Gerente de RRHH, en un restaurante cercano a la oficina, ese día fuimos en su vehículo.  Era sábado.

El sitio estaba sobre una concurrida avenida, y contaba con unos amplios ventanales que te permitía mirar hacia adentro y fuera del local.  No recuerdo si habíamos hecho el pedido, lo que sí recuerdo era la conversación que teníamos, mi amiga estaba por irse de vacaciones con la familia al exterior, cargaba todos los pasaportes en su cartera.  El sitio estaba completamente lleno.

Si querías entrar, debías esperar que te abrieron la puerta desde dentro.  Sonó el timbre y recuerdo haber volteado a ver quiénes entraron, ya que mi silla estaba a escasos 3 metros de la puerta.  Eran dos, pero parecían más, cuando gritaron:  "Quietos, esto es un asalto!"  Instintivamente todos levantamos las manos, pero nos advirtieron que luzcamos normales.

Normales?  Cómo se hace eso?  Desvalijaron a cada persona del local, e incluso al local en sí.  Mi amiga se quedó sin cartera, relojes, celular.  Recuerdo a los comensales, así como los pequeños gritos ahogados de las mujeres, y las miradas de impotencia de los hombres "grandes y fuertes".  

Algunos osaban levantarse para "encararlos", como el señor sentado en la mesa trasera a la mía que en un acto de valentía, fue disuadido de no continuar haciéndolo gracias al arma que apuntaba a su cabeza, bueno en realidad el arma me apuntaba a mi, ya que yo estaba en medio de él y el asaltante.

Mientras nos pedía entregarles todo...  yo opté por sacarme mis aretes de plata y dárselos al asaltante más cercano... ese al que me apuntaba.  El los tomó en su mano y los lanzó al piso, mientras me senté moví mi cartera, que tenía todos mis papeles, mi dinero, tarjetas y mi celular, al medio de mis piernas.  Su compinche seguía desvalijando a todos, incluso a mi amiga.

Recuerdo que frente a mí, había una mesa con una familia, el papá tenía en brazos a su hijo de no más de 2 años.  Lastimosamente para él, cargaba una gruesa y llamativa cadena de oro, así que como no lograba sacársela, el asaltante "lo ayudaba" acercándole su arma a su cuello y con ello a su hijo que no paraba de llorar.  Yo hasta me levanté de la silla, y le pedí que por favor parara y justo en ese instante la cadena se abrió.

Abrieron la puerta y huyeron.  Todos empezaron a gritar, de hecho, mi amiga salió corriendo detrás de los ladrones.  Yo recogí mis aretes que estaban en el piso, tomé mi cartera, y llamé a un amigo para que nos rescate porque las llaves del carro de mi amiga se habían ido en su cartera.  Cuando terminé la llamada, me di cuenta que todos me veían, con una mezcla de asombro, desconfianza y enojo.

Hoy, muchos años después de ambas situaciones, sin querer comparar lo que el personal del canal tuvo que vivir, les puedo decir que aunque te parezca imposible de creer o pienses que lo que está pasando no debería pasar.  La realidad es que sí y pelear con ella... solo te produce sufrimiento.

He escuchado a muchas personas, familia y amigos cercanos, que los terroristas no deberían atacarnos, que los terroristas son malvados, pero la realidad es que están atacando al país.  Y lo hacen, porque ellos creen en un pensamiento opuesto al nuestro, creen que la violencia funciona, lo creen porque el mundo entero les ha enseñado esto y lo creen con igual intensidad que nosotros creemos, cómo que debería ser el mundo.  Ellos, al igual que nosotros son víctimas de sus pensamientos y creencias.

También he escuchado que la gente piensa que el gobierno debería defendernos, y que actualmente no hace nada para sacarnos de donde estamos.  Pero la realidad es que NO tenemos la absoluta certeza que el gobierno esté o no haciendo algo, y lo sé, porque NO sabemos todo lo que ocurre al interior.

Tengo que confesarles que no siento temor, no lo sentí en ambas experiencias, no lo sentí ayer, ni hoy que acompañé a mi esposo al supermercado, y eso me da una ventaja:  pensar con claridad.  No puedo estar segura que volveré a vivir un momento desagradable o dramático en mi vida, pero si ocurre, no voy a negarlo, no voy a pelear con la realidad, por lo tanto, decido que viviré ese drama, solo y únicamente si ocurre.

Esperar que otros actúen de una u otra forma, también es pelear con la realidad.  Acá recuerdo lo que leí en el libro de Byron Katie, Amar lo que es, cuando revisa la historia de una persona que vivió en NY cuando ocurrió en el atentado del 9-11. No, ella no fue una sobreviviente de los ataques, ella estaba a 70 cuadras de lo ocurrido, pero sentía que luego de aquello no podía tomar el metro sin sentir que iba a morir allí.

Voy a tratar de resumir, con este ejemplo, lo que nos ocurre a todos, en este tipo de situaciones, como las que vimos por televisión:

  1. Piensas que el ataque te puede pasar a ti, que puedes morir y que tus hijos, si los tienes se quedarán solos.
  2. Te enfureces si tu familia, no está igual o peor de preocupada que tú y que no tome las mismas precauciones.  Te enoja que te hagan sentir como si fueras una exagerada o loca.
  3. Cuando esos pensamientos llegan a tu mente, te sientes en tensión, fuera de ti, te encierras, e incluso te vuelves violenta, le gritas a otros y hasta eres capaz de golpear a otros, para que te hagan caso.
Te pregunto, si no sabes con certeza que mañana o pasado, van a entrar a tu casa a robar o violentar, o si no sabes con certeza que vas a ser víctima de un robo o asalto mientras manejas por la ciudad, un día de estos... ¿por qué dejas entrar al terrorista a tu cabeza?  

Proteges tu casa, refuerzas la seguridad... pero, ¿qué haces con tu mente?  Saca al terrorista de tu cabeza, y si te preocupas por tus hijos o tu familia, enséñales que la realidad es mucho más amable que la historia en nuestras cabezas.  En una mente calma, siempre las ideas surgen y sabes qué hacer, si actúas así, ellos aprenderán de ti, a actuar de esa misma forma.

He escuchado de personas que se molestan porque los medios de comunicación, trasmiten una y otra vez las "malas noticias", pero ¿por qué no te molestas contigo mismo que mentalmente vives y revives esas imágenes y otras historias más graves que provienen solo de tu imaginación?

Cuando actuas con miedo, y corres desesperada... lo más probable es que, como dice Byron Katie: "te des de narices contra la pared.  Entonces miras hacia atrás, hacia el lugar en el que te encontrabas, y comprendes que era mucho más seguro".  Cuando actúas desde la calma, logras hacer todo porque todo está claro.   "El miedo no es tan eficiente. El miedo es ciego y sordo" 

Mientras veía la televisión, ayer, me preguntaba si yo hubiera podido estar con la cara al piso, escuchando los disparos, o si hubiera podido aguantar tener un arma apuntándome, y entonces recordé estos dos episodios que les he contado... Mi final feliz fue darme cuenta que me salvé, aquellas veces y ayer, así que agradecer que sigo viva para contarlo, se vuelve tan necesario como respirar. 

    


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