lunes, 27 de mayo de 2024

Soy un monstruo

Esta es una historia diferente... es una de mis historias, pero en ésta el monstruo soy yo... me di cuenta que he sido un perpetrador, aunque siempre me vi como una víctima “inocente”. 

Como les he contado, hace unos años me di cuenta que me había convertido en una mujer complaciente, es decir yo decía, hacía y hasta pensaba en función de lo que otro quería de mi o peor aún de lo que yo imaginaba que querían de mi, ¿cómo lo descubrí? Pues me di cuenta que mi padre había sido la figura más importante para mí.  Todo empezó cuando tenía 5 años, escuché que mi padre llegaba del trabajo, e ideé un plan en el que me le lanzaría para que me reciba con todo el amor que creía merecer. 

El plan me salió mal porque solo recibí un “¡quítate!” y su brazo golpeando mi pecho marcó el inicio de una vida de tortura en la que me dediqué a buscar "el amor de papá" en mis amigos, parejas y jefes, y a los cuales llegué a complacer de muchas e inimaginables formas.

Con mucho esfuerzo, al fin pude aceptar que todas a esas personas, que se fueron, me dejaron, me abandonaron, y que yo identificaba como monstruos porque "me hacían daño", (por ejemplo, el papá de mi hijo) en realidad eran maestros que lo que hacían era llevarme a situaciones incómodas para que despierte y me de cuenta que la única responsable de esas situaciones había sido yo.  

Hace unos 6 meses conversé con mi padre, él no recordaba nada de ese día, pero mientras me despedía y abría su puerta, escuché:  "mi hijita, no te preocupes, que yo si te quiero, a ti y a tu hermana", y en ese momento al fin pude hacer realidad mi sueño de volar por los aires, y caer en sus brazos, pero esta vez con un final feliz.   

Y ustedes dirán entonces: ¿por qué eres un monstruo?, porque todo ese tiempo buscando el amor de papá, incluso en otros hombres, había desviado mi atención de mamá, y con ella a todo mi linaje materno.  Tanto ha sido así, que he tenido que reescribir esto, (ésta es la versión mejorada) para recortar todo el texto sobre mi padre.

Siempre reconocí lo buena madre que fue, lo abnegada, pero no me había dado cuenta que ese exceso de dedicación hacia sus hijas lo que logró en mi fue un desinterés hacia ella.  No es que no la amara, simplemente yo no la determinaba, me atreví a juzgarla, a compararla y a desear tener otro "tipo" de mamá, incluso darme cuenta que me hubiera gustado tener esa conexión que tuve con mi abuela materna… si hubiera seguido con vida, no sería sorpresa que me hubiera ido a vivir con ella, apenas hubiera podido.

No sabía que lo que estaba haciendo era desconocer parte de mí, de mi esencia.   De hecho, lo que tanto critiqué en ella, “su victimización”, era el mismo mecanismo que había venido utilizando yo, toda mi vida. 

Parece ilógico, pero ¿cuánto conocemos a papá y a mamá? Para mi hoy, son un verdadero misterio, así como el que nudo de mi linaje materno, que tengo que empezar a desatar para hacer aquello que no me permito. Reconocer que mi dolor por la pérdida de mi hijo Bruno, lo comparto con ese linaje que hoy tienen nombre:  Beatriz, Mercedes, Filomena, Teresa y Alexandra.

Hoy las tomo con todo lo que hicieron o dejaron de hacer, porque sé que lo hicieron lo mejor que pudieron, con los recursos físicos y emocionales que tenían.  Hoy las honro, con todo lo que fueron y lo que no, y sobre todo te amo a ti mamá, porque agradezco que me diste la vida y escogiste a mi papá para hacerlo.  Gracias a ti y a todas. 

Ser la hija de papá me llevó a conectar con un hijo de mamá, y que, aunque me considero muy afortunada de tenerlo como esposo, compañero y cómplice, tengo que reconocer que transité varios años esperando que me haga feliz, sin entender el para qué de esta pareja porque decidimos no tener hijos, sintiéndome pequeñita frente a él (y no precisamente porque mida 1.82 y yo 1.48), sin saber que podía y debía "vengarme" cuando sentía que no había equilibrio en nuestra relación, esforzándome para complacerlo para que esto "dure toda la vida".

Hace algunos años le pedí que no muera primero, porque así no tendría que sufrir su ausencia, lo cual aceptó sin problemas porque me dijo que vivirá hasta los 105 años, y hace pocos meses le dije que sabré que he sanado a mi niña herida cuando mi deseo de que nuestra relación "dure toda la vida" deje de tener poder sobre mí.  

El 21 de junio cumpliremos 10 años de casados y siento que cuando hice mis votos, los hice desde la niña que necesitaba el amor de papá, así que preparé unos (con la ayuda de Joan Garrido), aunque él me ha dicho que no necesita renovarlos:

Te tomo a ti Roberto, con tu historia, tu pasado, tus orígenes, tus vínculos anteriores, con Pam, Titi y Andy, y con ellas, a quienes ellas eligieron como sus parejas, con Amelia y Luna.

Te tomo con tus valores, temores, con tu particular forma de expresarme amor, emociones, heridas, talentos, y asumo la alegría y también los costes que supone un vínculo profundo en el alma contigo, y te amo así.

No prometo no reaccionar, si un día alguna de aquellas cosas que hoy decido tomar me enojan, me entristecen, me sorprenden, me hieren, y hasta me asquean… pero sí prometo tomar conscientemente mi reacción y revisarla para encontrar qué significado tiene para mi y en qué me convierte.  Y eso solo me llevará a seguir agradeciéndote porque se, con certeza, que estás aquí para mostrarme como un espejo, aquello que aún debe sanar mi niña herida (o algún ancestro) y me permita entregarte y devolverte mi mirada de mujer adulta.

Me ofrezco para servirte de espejo, de forma consciente, aunque tal vez, eso te haga reaccionar con enojo, tristeza, sorpresa, asco y hasta te hiera, porque se, con certeza, que con eso te muestro como un espejo, aquello que aún debe sanar tu niño herido (o algún ancestro) y así puedas entregarme y devolverme tu mirada de hombre adulto.

Finalmente prometo que cuando sienta que el objetivo de nuestra relación amorosa llegue a su fin, te lo haré saber para que juntos creemos un nuevo objetivo para continuar juntos o busquemos nuevos caminos, pero de forma separada.  Sé, con certeza, que de tu lado tú también harás lo mismo.

Hoy elijo amarte nuevamente, después de 10 años de casados, pero esta vez, a través de la mirada adulta.  Sé que sin ti también sería feliz, sé que sin ti también tendría una vida, pero te elijo para vivir porque me encanta que seas tú; y lo hago con el compromiso consciente, de hacer de esta relación, tal cual como ambos la acordemos y decidamos tener. 

PD:  como en todas mis historias, el monstruo se convierte en maestro.  He aquí lo que aprendí, por si lo que quieres tomar:

  1. Se consciente SIEMPRE.
  2. No hagas juicios de valor. RECUERDA solo sabes una parte de la historia.
  3. Ama la realidad.  RECUERDA que esto es perfecto, todo es perfecto.
  4. Agradece todo y a todos.  Desde tu EXISTENCIA hasta tus FRACASOS, son oportunidades que  te da la vida, para estar consciente SIEMPRE.

miércoles, 3 de abril de 2024

¿Por qué una taza sucia me daña todo el día?

Esta historia será la última que investigaré para mi reto de 100 Eligiendo Ser Feliz, pero eso no quiere decir que dejaré de enfrentarme a mis historias... si no quieres perderte ninguna debes estar atenta a este blog.

Este 21 de junio será nuestro aniversario de matrimonio No. 10.  Roberto y yo nos conocimos en el 2011, y convivimos 2 años antes de casarnos.  Si quieres conocer más, revisa la historia de ¿Cómo conocí a Roberto? 

En 12 años, hemos pasado de todo:  celebraciones, viajes, mudanzas, nacimientos y muertes.  Junto a él, mi familia pasó de 2 a 10 miembros, hoy soy abuela de 2 nietas maravillosas.  Es mi compañero de vida, mi amante, mi novio, pero sobre todo mi mejor amigo.  En resumen, nos conocemos muy bien.

Cuando empezamos a convivir, empezamos a conocernos más a fondo, porque recordarán que nos fuimos a vivir juntos, menos de 2 meses después de ser enamorados.  Cada día íbamos mostrando lo bueno y lo malo de nuestras personalidades, y aunque hemos tenido discusiones, me bastan los dedos de las manos para contarlas.

Obviamente mi hábito de complacencia co-existía con nuestra relación, por lo tanto y como me pasó con algunas otras parejas, yo había puesto a Roberto en un pedestal... la diferencia era que él, no aprovechaba la posición en la que yo lo colocaba... (bueno cuando lo hacía, normalmente era cuando ocurrían las discusiones).

Lo reconozco, siempre he sido desordenada, "habilidad" que me permite encontrar lo que busco en dicho desorden... justo la misma que mi esposo detesta sobremanera, ya que es exactamente lo contrario de mi.

No pensarán que mi casa está patas arriba... NO! si hablamos de mis cajones, no podría decir lo mismo.  Ahora bien, no soy de las que guardan los platos que ya están secos, soy de las que más bien ponen nuevos platos mojados encima... y eso puede matar al que sabemos.

No soy de las que hace problemas si dejas tu ropa sin colgar, cosa que Roberto... OJO hace una que otra vez, y que cuando se lo hago notar, me contesta con un rotundo: "yo? Jamás!" (pero lo hace)

Desde 2015, Roberto hace el desayuno... de hecho él se levanta primero y me llama a desayunar... lo que me permite aprovechar esos minutos para dormir más o para adelantar cosas en mi oficina; pero luego me toca lavar los platos, cosa que yo ODIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Normalmente soy la que cocino, así que cuando lo hago Roberto lava... pero no pensarán que le dejo todos los utensilios sucios... yo voy lavando a medida que cocino.  Y como tenemos horarios de almuerzo y cena, diferentes, cada uno lava lo suyo.  

Bueno pareciera que nuestro matrimonio se basa en quien lava más platos, pero es importante y relevante para la historia del día de hoy.  Desde que nos cambiamos de casa, yo no tengo necesidad de salir a trabajar... mi oficina está justo aquí, así que Roberto y yo, hemos adoptado la costumbre de tomar una buena taza de café, todos los día, a media mañana.   


La pregunta es: ¿quién lava la taza?  

Cuando termino mi taza, voy a la cocina para lavarla... pero siempre encuentro la taza sucia de Roberto.  Lo primero que se me cruza por la cabeza es:  ¿por qué no puede lavarla?, y lo siguiente es sentir esa sensación de ira y enojo.  Obviamente lavo ambas tazas, con una sensación rara en la panza. 

Esa sensación y malestar me acompañaba todo el día, ¿cómo una taza sucia podía dañarme todo mi día? Y claro, este pensamiento rumiante junto con sus emociones asociadas, buscan salir en cualquier momento y por cualquier razón.

Basta un comentario, un tono de voz, una mirada de Roberto, para que salga a la luz, con las consecuencias del caso.

Pasaron varios meses, hasta que tuve la brillante idea de investigar esta situación... y lo que descubrí fue impactante.  

¿Qué significaba para mi esa taza sucia de café?  Al principio me costó simplemente observar... cuando logré ser un mero espectador... lo que deben de lograr es como si estuvieran en el cine y están mirando una película.  Cuando puedas estar en esa posición, empieza a preguntarte... ¿qué significa esa taza sucia sin lavar?

Luego de indagar y preguntarme, aparecen las creencias:  "Roberto debería lavar su taza", "No entiendo por qué Roberto no lava su taza, si él es el que la usa", hasta que la respuesta llega, y simplemente lo sabes... "Si Roberto me amara lavaría esa taza, porque él sabe que yo odio lavar"... 

Desde allí, desde ese pensamiento, en quién  me convertía con esta situación?... Simple!  "en una mujer que no es amada por su esposo".  Me caí de la silla y a partir de allí, el conflicto acabó.

Si una situación tan sencilla como ésta, tenía el poder de cambiar mi día, imagínense lo que una historia más compleja y llena de pensamientos y creencias sin fundamentos ni evidencias reales, puede hacerle a tu vida?

Escogí justamente esta historia, para este último live, para que recuerdes que investigar nuestras historias te libera y te permite dejar de sufrir. 
 


jueves, 28 de marzo de 2024

Tengo que producir, de lo contrario... ¿qué?

Como algunos de ustedes sabrán, en enero/2023 me informaron que luego de 7 años en la empresa para la que trabajaba, pasaba por una reestructuración, y eso solo significaba una cosa:  estaba despedida.  Si quieres saber más del chisme puedes revisar esa historia acá 👉 La bendición de ser despedida

Pero como saben también, mi plan B era empezar mi marca personal como Coach, ya que en julio me graduaría como Master en Coaching Directivo y Liderazgo en Barcelona, actividad que venía ejerciendo desde que nos lo permitieron, el año anterior.  

Empecé a trabajar con un consultor para mi marca personal... no los aburriré con detalles, en julio puse en producción, mi web y mi cuenta de instagram... la de LinkedIn la había empezado a la par de empezar mi actividad como coach.

Regresé de Barcelona, me puse frente al computador y empecé a crear contenido en mis RRSS, hablaba de liderazgo, comunicación, empatía, creencias limitantes...  todos los días me levantaba y escribía... sin parar.  Aprendí a editar videos, hacer en vivos, a usar Canva.... Dije estoy lista para los nuevos clientes... pero solo se escucharon los grillos afuera de mi casa!

Fueron meses difíciles... porque escuchaba la voz en mi cabeza, que me decía "Tienes que producir!", "Tienes que generar ingresos..." No me quería comer la generosa liquidación que había recibido, pero tampoco llegaban los clientes... estaba en un bucle interminable, que empezaba con la esperanza, pasaba por la comparación, atravesaba la incertidumbre y terminaba en la desesperación... 

Mientras escuchaba una masterclass sobre "Presentarte sin miedo", la speaker abrió micrófonos para que las que quisieran se presentaran, así como sus servicios.  Y allí la escuché, era una mentora en Comunicación y Ventas, su mensaje era tan específico... parecía que me hablaba a mi, aunque estábamos más de 100 personas escuchando, parecía que conocía por lo que estaba pasando.  Tenía que trabajar con ella.

Recuerdo nuestra primera charla, cuando le dije cuánto cobraba... me dijo:  "Estás loca! ¿No te das cuenta el valor de lo que ofreces?"  Aunque no le contesté, la respuesta en mi cabeza fue:  "Valor????"

Como nada es casual, sino todo lo contrario... Unos meses antes de empezar con su mentoría en Comunicación y Ventas, yo había descubierto mi patrón... al fin había descubierto que tenía el hábito de la complacencia y claro, estaba en negación.  No podía creer que yo había hecho todo lo que había hecho solo para complacer a mis padres, mi hijo, mis parejas, mis jefes, mis amigos.

Luego pensé que esto sería "pan comido", solo tendría que recordar que lo era: "complaciente" y simplemente "evitarlo"... e ingenuamente pensé que se resolvería de la noche a la mañana. Grave error.

Había días que me levantaba y me comía al mundo... y otros no quería ni levantarme de la cama, en una mezcla de verguenza y culpa por lo que había hecho, tristeza por el tiempo perdido, desesperanza porque sentía que esto era más grande que yo... 

Recuerdo que tomé la segunda clase, y el ejercicio me removió todo, no podía dejar de pensar que no era suficiente, que cómo la gente iba a escuchar mi mensaje, que quién era yo... pero a la misma vez la desesperación por generar dinero, por demostrarle a mi esposo que yo también podía aportar para los gastos en la casa.  Creo que durante 2 o 3 días, solo pensaba en eso mientras leía, veía TV, comía... cuando me acostaba y cuando me levantaba... SIEMPRE.

Esa mañana me levanté y fui al baño, y de pronto lo sentí... supe que me daría eso... (mmm no se cómo voy a explicar esto con palabras).  Desde los 14 años, lo he tenido.  Empieza con un frío por todo el cuerpo, que se manifiesta con escalofríos, luego llega un calor extremo, que se manifiesta con sudor excesivo y luego me apago:  primero los pies, las piernas, el tronco, y para cuando llega al cuello no tengo control absoluto de mi cuerpo.  


La primera experiencia llevó consigo sendos exámenes médicos, revisiones, y la conclusión de los doctores fue que no tenía nada, y que tenía que tomar de por vida:  Xanax.  Lo cual hice por unos meses, hasta que me rebelé.

Con el tiempo, aprendí a controlarlo... me sentaba y me acomodaba de tal manera que mi cabeza no llegue a golpear el piso.  La recuperación llega tan rápido que para mi se convirtió en algo normal.  La cara de mi esposo cuando vio por primera vez lo que me ocurría, fue muy muy graciosa... Bueno yo me reí, él no tanto.

Hace 3 años, tuve un episodio bastante fuerte, mi cabeza golpeó el vidrio del baño y mi esposo corrió a rescatarme al escuchar, entre sueños, el golpe.  Llamó a la ambulancia porque esta vez no logré recuperarme, tuve 3 desvanecimientos consecutivos.

Volví a los exámenes, esta vez el cardiólogo diagnosticó:  síndrome de vasovagal.  Así que hice un trato con Roberto, cuando me vaya a dar, lo llamaría.  Así que cuando despierto, él ha evitado que mi cabeza se golpee, ha logrado levantarme las piernas, y tiene listo el agua con sal o las galletas saletas.

¿Dónde me quedé?  Siiii, esa mañana pasó y aunque Roberto logró escucharme y llegar a tiempo, me dijo que había sido el episodio más complejo que había tenido.  Intenté pararme varias veces y prácticamente no pude, me llevó a la cama casi cargada, tenía naúseas, mi presión estaba por el piso, mi cerebro se sentía pesado... Ahora que lo escribo... mi cuerpo manifestaba tal cual como me sentía anímicamente.

Ese día, descansé... no hice nada.  

Pocos días después, tuve un almuerzo con mis mejores amigos. F. y M., quien me acompañó a tomarme un café.  Bastó hacerme una pregunta: "y bueno cómo estás?" para que yo empezara a llorar.  Empecé a decirle lo mala pareja que era por no poder colaborar con los gastos de la casa... y de pronto me paró en seco.  Me dijo: "pero si tú colaboras..." y luego me explicó cómo mis ahorros producto de: mis bonos, mi liquidación y el valor de la venta de la casa (que pagamos mi esposo y yo) generaban mensualmente los ingresos con los que yo estaba colaborando.

Me caí de la silla...  entonces lo entendí... me di cuenta que tenía que elegir todos los días quién quería ser ese día, la que se queja o la que se compromete consigo misma, la que elije ser la nueva yo y no la del pasado.  Y empecé a hacerlo.

Con ello me permití investigar mis historias, enfrentarme a mi pasado, para cuestionarlo, entenderlo y darle un cierre.  Investigar mis historias me permite reconocer mis pensamientos y creencias, a lo que me aferraba y no me permitía avanzar.  

Solo así logré aceptar la realidad y vivir en el presente, que ahora luce maravillosamente diferente.  Sabes por qué?  Porque hoy elijo ser feliz siempre, pase lo que pase, porque yo le pongo el significado a lo que me ocurre, así me aseguro de convertirme en esa persona que quiero ser.

Logré ver por primera vez, los avances que había hecho, me los celebré y lo sigo haciendo.

Y los clientes?  Llegaron y con tarifa nueva.  Hoy cobro 3 veces más porque conecto con mi mensaje y se lo valioso que es para las mujeres que se permiten empezar un camino que yo recorrí y logré vencer.  

sábado, 23 de marzo de 2024

Soy la esposa...

En enero de este año, escribí una historia donde contaba un pedacito de mi historia con Raúl (nombre ficticio) y prometió más detalles... bueno llegó la hora.

Yo era Gerente Comercial de una empresa comercializadora de un software de Gestión Documental. Mi trabajo me llevaba semanalmente a viajar a Quito. Era la primera en la fila del counter para chequearme en mi vuelo de regreso, dejé mi maletín en el piso, para asegurar mi puesto, mientras leí mis correos en el celular.

Los que me conocen saben que cuando estoy usando el celular, camino sin cesar de un lado a otro... Hasta que vi unos zapatos de hombre junto a mi maletín y levanté la vista... nos vimos por primera vez.

Su primera frase lo delató... era un coqueto, se presentó y me dio su tarjeta de presentación; así que cuando vi que trabajaba para una de las empresas que estaba tratando de conseguir entrar, respondí con la mía inmediatamente.


Cruzamos un par de palabras más, hasta que me extendieron mi boarding pass e ingresé a la sala de embarque que estaba a reventar.

Me senté y casi de inmediato... pude ver sus zapatos, esta vez junto a los míos.  Se sentó a mi lado, que era el único asiento libre más cercano, y como los vuelos estaban retrasados tuvimos un buen rato de charla.

Finalmente ambos abordamos el vuelo y no volví a verlo, hasta que llamó 2 días después, a mi oficina. 

Llevaba 4 años sin tener una pareja formal.  No estaba buscando ningún romance serio porque estaba dedicada 100% a ser mamá de Bruno Alejandro, aunque estaba "saliendo" con alguien con quien había tenido una mega discusión el día anterior.

Me invitó a salir, y motivaba por mi amigo F, acepté.

Tengo que reconocerlo, me atraía muchísimo y era la primera vez que saldría con un hombre, casi de mi misma edad.

Nos encontramos en un lugar abierto, tomamos unas cervezas y conversamos muchísimo.  Era muy muy gracioso, ocurrido.  Me contó que era divorciado, que vivía en Quito,  trabajaba de Auditor de lunes a viernes, para la sucursal Guayaquil de un organismo de control gubernamental.   

Cuando me di cuenta había pasado casi 3 horas y casi era media noche... había pasado una noche realmente espectacular y cuando nos despedimos nos dimos nuestro primer beso.

Y de pronto, había empezado una relación.  Todos los días, iba a mi oficina a media mañana para tomarnos un café, así que cuadraba mis horarios para recogerlo en el aeropuerto los lunes y dejarlo allí los viernes.  Esto me parecía fantástico porque los fines de semana eran consagrados para Bruno Alejandro.  

Podría decirles que era bastante atento, porque no me dejaba pagar nada, e incluso pagaba la gasolina que usaba mi vehículo.

Poco a poco la relación fue prosperando, y cuando llegó mi cumpleaños, me hizo llegar a la oficina un hermoso ramo de rosas, con una nota muy romántica.  Cuando llegué a la casa, Bruno lo vio y me preguntó:  "mami, quién te envió el ramo?", le respondí con la verdad.

En la noche, antes de dormir le pregunté si quería conocer a mi novio, y él me dijo "sí mami"... Lo llamé y le dije, él inmediatamente me dijo "almorcemos mañana juntos".

La relación entre ambos, era muy buena.  Y por primera vez, empecé a ver lo bueno que sería tener una imagen masculina que le enseñara cosas de hombres.  Con él, Bruno Alejandro entró por primera vez al baño de hombres.

Luego de visitar en la clínica, a la madrina de bautizo de Bruno, mi amiga M., quien había sido madre por segunda vez, fui conversando telefónicamente con R., nos despedíamos porque las siguientes dos semanas se iría de vacaciones, con su hija, a un lugar en la selva, y estaría sin señal.

Durante esas 2 semanas, Bruno Alejandro fue diagnosticado de cáncer cerebral, internado, trasladado a casa para fallecer el lunes 31 de agosto de 2009.  Raúl se enteraría a través de un mensaje de texto.  Apenas llegó a Guayaquil fue a verme a la sala de velación.

Me acompañó muy cercanamente las siguientes semanas, de hecho empezó a frecuentar mi casa, conoció a mi familia y a mis amigas cercanas.  Yo volví al trabajo, a las 2 semanas de la muerte de Bruno, así que me obligaba a salir de la oficina para tomar un café, a diario o ir un rato a la iglesia, que es el único lugar donde me permitía llorar.

Con la ausencia de Bruno Alejandro, mi atención se volcó a Raúl.  

Yo lo llenaba de atenciones.  Le hice muchos regalos personales, como un hermoso reloj que usaba a diario, no se si en mi afán de compensar la tristeza. 

Ahora bien la presencia de Raúl los fines de semana empezó a sentirse necesaria.  Los fines de semana se me hacían eternos, pero ante mis propuestas de viajar un fin de semana a Quito, o que él se quede en Guayaquil, sus excusas se resumían a que su hija era muy celosa.

Con todo ese tiempo libre, las señales que siempre vi y que hasta ese momento ignoré, me empecé a "dar cuenta" de detalles extraños en su comportamiento. 

Recuerdo que le dije que todo me parecía muy extraño, y que finalmente se comportaba como si estuviera casado, lo cual negó rotundamente.  Se enojó más que yo, a tal punto que luego de enseñarme su cédula de identidad donde aparecía su estado civil DIVORCIADO, me dijo que termináramos.

Lo cual no ocurría.

Uff! En realidad, empecé a dudar de todo lo que decía, seguía sintiendo que algo no cuadraba.  Y yo empecé a lucir muy muy intensa.  Poco tiempo después, Raúl me dijo que tomaría una maestría de 2 años, en el exterior y que lo mejor era terminar, porque tarde o temprano, la relación se enfriaría.  Para ese momento, yo ya me había cambiado de trabajo, y le había prestado $1,000.00

En una de las tantas discusiones, Raúl me juró por la vida de su hija que no me estaba engañando.  Cuando lo dijo, no pude sino pensar en Bruno... en que ya no estaba conmigo, y que un padre jamás podría usar esa frase si en realidad no estaría hablando en serio. 

Un día en la oficina, necesitabas validar una dirección de Quito, así que lo llamé para que me diera la suya, entre nervioso y apurado, me di la información, así como el número telefónico de su casa en Quito. 

Ese fin de semana iría a Quito a visitar a una amiga, cuando me vio en el aeropuerto se puso pálido, no dejó que yo avanzara hacia donde estaba él con sus compañeros de trabajo y me interceptó para saber qué hacía allí.  Obviamente, le pedí a mi amiga ir a la dirección y no existía.

Regresé a Guayaquil, y luego de un largo día en la oficina, tomé mi celular y llamé al número que me dio, en realidad nunca pensé que me contestarían, ni todo lo que pasaría después.  "Hola! Soy XX oficial de servicios de telefonía celular, estoy buscando al señor Raúl Ramírez" y cuando pensé que me dirían que estaba equivocado, la empleada me dijo:  "un momento".

Una mujer tomó el teléfono, mientras mi corazón se me salía del pecho.  Ella dijo: "Hola! Raúl no está aquí, pero habla la esposa ¿qué necesita?"  Yo me quedé paralizada.  Cerré, pero como tenía identificación de llamadas, me llamó de vuelta. Yo negué rotundamente todo y cerré la llamada, necesitaba respirar porque me estaba quedando sin vida.

Raúl llamó inmediatamente, me dijo que lo habían llamado a su casa en Quito... y yo solo le dije que habláramos luego porque estaba manejando.

Cuando llegué a mi casa, me armé de valor y volví a llamar a esa mujer.  Me identifiqué con nombre y apellido, le dije que llevaba más de 9 meses siendo la novia de Raúl en Guayaquil, y que jamás había sabido de ella.  Le conté de Bruno, su muerte y sobre el juramento que Raúl me había hecho para asegurarme que no mentía.  

Ella solo respondió que lo sospechaba desde que lo vio usar el reloj.  Me contó su historia con él, las idas y las venidas, sus infidelidades, sobre su hija, sobre el divorcio y la reconciliación que habían tenido hace más de un año, y la decisión de no formalizarlo legalmente, nuevamente.  Ella trabajaba en una gran empresa en Quito y tenía un alto puesto directivo.

Mientras la escuchaba, Raúl llamaba insistentemente.  Me enviaba mensajes de texto, correos.  Diciéndome que todo era un mal entendido que me amaba.

Cuando cerré con ella, le juré que no lo volvería a ver nunca más, y durante casi un mes, mantuvimos conversaciones por correo, en donde ambas copiábamos a Raúl.   

Raúl nos escribía a ambas por separado, diciéndonos casi exactamente lo mismo, que nos amaba y que lo perdonáramos.  Lo supe porque su mujer me reenviaba esos mismos correos.

Me sentía enojada, traicionada, avergonzada, sorprendida, asqueada, dolida, y sola.

Al mes siguiente, recibí un mensaje de texto de un número desconocido.  Me decían que Raúl y su ex-esposa se habían reconciliado, y que me aleje de él.  Siempre pensé que había sido su hija.

Esta historia en quién me convertía... en amante?  qué es lo que realmente me molestaba o más bien me aterraba?

Quedarme sola, hacerme cargo de mi vida luego de Bruno Alejandro, hacerme responsable de mi felicidad, algo que no quería hacer y que no hice durante mucho tiempo, tanto que me pasó factura.

Raúl era un mentiroso, pero que al igual que yo, se creía sus propias mentiras.  Esas mentiras que me decía para seguir viviendo de la manera que lo estaba haciendo, manteniendo una relación solo para no estar sola.

Raúl no es un monstruo es un maestro que me enseñó que no hay nada más hermoso que confiar en uno mismo, en su intuición.  Así que hoy, me perdono y reconozco, y además le agradezco su tiempo y su compañía, porque aunque sea por unas cuantas horas, lograba desconectarme de la tristeza y la desesperanza.

sábado, 16 de marzo de 2024

Hola! soy la novia de tu papá.

Conocí a R., el papa de mi hijo cuando estaba a punto de cumplir 50, yo tenía 28 años.  Nunca me importó la diferencia de edades.  

Acababa de terminar con mi novio uruguayo con el que me iba a casar, no me lo creerán pero no recordaba esta parte de mi vida hasta que empecé a escribir👀... 

Una tarde, salí a acolitar a mi amiga L, quien quería encontrarse en el bar de un amigovio.  Mi hermana se nos juntó luego.  R. era amigo del amigovio de L., tengo que reconocer que me gustó desde el primer instante que lo vi, que no fue en esa ocasión.  Lo vi por primera vez en un concierto, en otro bar, semanas antes.

Charlamos toda la tarde y toda la noche, de ese domingo.  El bar tenía que cerrar, así que decidimos irnos a comer a una cafetería que abría 24 horas.  Cuando nos dimos cuenta que era realmente tarde, nos despedimos en las escalinatas de la cafetería.  R. me pidió mi número y le di mi tarjeta de presentación (ya se, ya se... pero en esa época no se usaban los teléfonos inteligentes, además había decidido no volver a usar celular luego de terminar con R., mi ex)

L. mi amiga, era mi asistente en el banco para el que trabajaba, así que al día siguiente, cuando me pasó la llamada de R., me dijo:  "Quiere que le resuelvas!" y luego ambas no paramos de reirnos.

La siguiente salida la hicimos L., su amigovio, R. y yo, a un bar, nos contamos media vida.  Sentía que existía una química especial entre los dos, pero en el fondo pensaba que estaba quiriendo revivir la historia con mi ex:  ambos se llamaban igual, su acento casi era el mismo (uruguayo y argentino) y ambos eran bastante mayor a mi.

Nunca me ha gustado tomar, así que cuando vi mis 3 compañeros de aventura más alegres de lo que yo hubiera querido, decidí que era el momento de quitarle las llaves del carro de mi amiga.   Manejé a la casa de R., donde se quedarían él y su amigo; aunque los planes de R. incluían que yo accedería a "seguir la fiesta".  Me pidió subir a su departamento, a lo que le contesté cortésmente que NO, pero ante su insistencia, mi respuesta final fue: "no ch**ha".

Pensé que no nos volveríamos a ver, luego de ese bochornoso momento, pero no fue así.  Seguimos viéndonos y hablándonos, siempre había una "buena razón".  Tras pelear muchísimo conmigo misma, y perder una apuesta en el partido Argetina - Ecuador, empezamos nuestra relación.  Era Agosto del 2001.

Vivía solo, pero me contó que tenía 2 hijos:  D. de 25 y S. de 24 años, respectivamente, fruto de su primer matrimonio, vivían en Argentina.  Y su hija C. que en ese momento tenía 13 años y era hija de su relación con una argentina, vivían en Ecuador.

Conocí a D., al principio del siguiente año,  porque vino a vivir a Ecuador... su relación era terrible, siempre le decía que era la oveja negra de la familia, no así con S. con quien se llevaba de maravilla.  Conocí a S. en un viaje que hizo a Ecuador.  Ambos sabían quién era, pero C. no tenía idea de mi, y era la niña de los ojos de R. 

Una de las historias que me contó en su momento, y que usaba para justificar su actitud ante la vida, fue que cuando tenía 10 años, lo último que escuchó de él fue "voy a comprar cigarrillos". Su padre no volvió nunca más a la casa, los abandonó, a él y a sus 2 hermanos.  R. era el hijo del medio, como yo.  

Nuestro primer año juntos, la relación fluía... bueno eso pensaba yo, en realidad lo que yo hacía era acomodar mi vida a la suya.  Así que odiaba que llegara diciembre, porque él se iba a Córdoba para pasar con su familia, por casi 3 o 4 semanas.  Nunca lo acompañé en esos viajes.

Para mi, era una especie de Dios.  Con el me sentía como una niña con cuerpo de mujer, me sentía incapaz de contradecirlo, de expresar mi opinión real (aunque en ese momento pensaba que mi opinión era igual a la suya), de poner mis necesidades por lo menos a la par que las suyas.  Hoy puedo ver que fue uno de mis peores períodos como mujer complaciente.  

Dejé de meditar, de frecuentar a mis amigas, todos mis planes eran o tenían que ver con él.  Mi papá se enteró de mi relación en Feb/2002, pero no lo conoció sino hasta Mayo/2004, que él organizó una parrillada en la casa de mis padres, donde yo vivía, para celebrar mi cumpleaños.

Es rarísimo cuando me pasa, como ahora... que al escribir mi historia empiezo a recordarla, tal como era, y no como la película rosa y romántica que guardé en algún lugar de mi mente y mi corazón.

No voy a cuestionar si él me amó o no, no voy a caer en la tentación de decir, no fue suficiente... lo real es que en esta relación no existía un equilibrio entre lo que daba y lo que recibía, pero no me daba cuenta, o sería que no quería hacerlo?

R. fumaba demasiado, tomaba en exceso y era un consumidor constante de café, le gustaba la velocidad, la adrenalina, salir y divertirse.  Yo era todo lo contrario, aunque gracias a él conocí el placer de tomar expreso... algo que conservo hasta ahora.

Recuerdo que un día, me acosté en su pecho y escuché sus latidos... se escuchaba acelerado, inconstante, sin ritmo; además se escuchaba como un silbido en sus pulmones.  Luego de 6 meses juntos, dejó de fumar y se concentró en su empresa. Fue impresionante cuando un día, volví a escuchar sus latidos, se habían normalizado y ya no se escuchaba el silbido.  

Muchos años después, un amigo que lo conocía, se impresionó que yo hubiera sido su pareja, me dijo "pero era un vago, un alcohólico, un vividor... tú no eras su tipo, ¿qué hacías con él?"  

Para el segundo año, el tema de conocer a C. era como un elefante en la habitación, nunca lo hablaba aunque lo insinuaba, así como también las ganas que tenía de jugar a la casita con R., para mí, una cosa llevaría a la otra.

R. se cuidaba muchísimo de no hablar con ella mientras yo estaba a su lado, y viceversa; y debía contestarle, o se alejaba o me decía que no hable.  Cada vez que pasaba, yo sentía inmediatamente un profundo resentimiento, es lo único que me sentía capaz de hacer, porque pedírselo para mí, no era opción. 

Un día estaba en el departamento de R., quien había salido.  Sonó el teléfono verde que estaba sobre el escritorio.  Contesté... era C.


Me quedé paralizada, sabía que esto no acabaría bien:

YO:  Alo!
C.  :  y mi papá?
YO:  Salió.
C.  :  ¿Quién eres?
(hice un silencio de 5 segundos, que se sintieron como minutos, mientras trataba de encontrar la respuesta correcta)
YO:   Soy la novia de tu papá.
C.  :  (tiró el teléfono)

Tres segundos después sonó mi celular (para ese momento ya usaba nuevamente celular), era R. realmente histérico, no lograba entender nada de lo que decía, yo no quería enfrentar esa conversación.

Mientras esperaba que llegue, estuve tentada a salir huyendo, era consciente que R. podía a ser violento, lo vi muchas veces cuando presencié discusiones telefónicas con su ex, y presenciales con su hijo, sus amigos, sus empleados... ¿yo sería la siguiente si me quedaba allí?  Nunca me levantó la mano, pero sé que sus esfuerzos por contenerse, en algún momento se terminarían. 

Llegó, gritó, habló, otra vez gritó... pero como pocas veces en mi relación con él (dos para ser precisas, ésta y la de nuestra separación), sostuve mi argumento, le dije, "si me pregunta quién soy, no le voy a mentir".

El elefante siguió en la habitación durante algunos meses más, hasta que él me pidió que lo acompañe a recoger a C. para llevarla a una fiesta.  Iríamos en mi carro, en vez de su camioneta.  El momento fue tenso, pero luego todo fluyó. R. estaba feliz, y yo también... 

Unas semanas después, celebramos el cumpleaños número #52 de R., estuvimos conversando horas con C., parecía que me había aceptado.  Esto podría significar algo más?

Durante ese segundo año juntos, empezamos a tener nuestras idas y vueltas.  Sucedía cuando me llenaba de valentía y le decía lo que quería de él y nuestro futuro.  Pasaban unos cuantos días y siempre existía una buena y justificada razón para vernos y por supuesto volvíamos.  

Una de nuestra últimas veces, R. me dijo que había empezado aceptar tener hijos y yo le contesté que había empezado aceptar no tenerlos.  

Unos días después terminamos nuestra relación, y él salió de viaje hacia Argentina, a su regreso yo ya estaba trabajando en una nueva empresa y recuerdo que fue a visitarme para darme unos regalos que había traido para mi familia.  Excusas siempre existían, pero esta vez no volvimos sino luego de casi 3 meses.  

Se exactamente el día que me embaracé, pero esa es otra historia, si quieren saber en qué terminó, lean la primera de ellas.

El final feliz de esta historia, la decido hoy porque puedo perdonarme por no ser capaz de ver, cada una de las formas que R. me demostró que "no era por allí", que que le exigía que me de, algo que YO misma no tenía para mí.

Así como agradecerle, como lo hice hace como unos 6 meses, a través de un mensaje de texto, que no solo me permitió vivir la experiencia maravillosa de ser madre y padre de Bruno Alejandro, durante 4 años de mi vida, sino de haber sido un gran maestro en mi vida.


jueves, 7 de marzo de 2024

Indigna

Siempre he recordado esta historia que les voy a contar... 

Recuerdo dónde fue, cómo fue, y qué edad tenía... estaba en preparatoria, es decir tenía 5 años. Mi aula quedaba en la terraza, así que contábamos con una hermoso y amplio lugar donde podíamos jugar.



Durante mis primeras semanas en esa escuela, retornaba a la casa junto a mi compañerita R, en la camioneta de su papá.  Mi mamá había empezado a tomar clases de manejo, así que recuerdo perfectamente el primer día que ella me llevó a la escuela, fue terrorífico.  Mis papás se referían a mi como terremoto, así que apenas me subí al carro mi mami me advirtió que no podía ni hablar, ni moverme... "no pestañees!", me dijo.

Recuerdo que fui sentada, casi al filo del asiento, tenía mis manitas aferradas al tablero y obviamente fui muda, todo el camino.   

A la salida, mi mamá me fue a recoger y presenció el juego que teníamos con mis compañeras.  

Jugábamos unas 5 o 6 niñas.  Pero tengo que reconocer que yo siempre buscaba relacionarme con R, así que siempre trataba de jugar con ella.  Creo que en esta ocasión jugábamos a las cogidas, que consiste en que un niño debe perseguir a los otros hasta atrapar a uno; luego este hará a continuación de perseguidor, y así sucesivamente.

Cuando llegamos a casa, no tardó mucho tiempo en que mi mamá me increpara... y la frase que utilizó para hacerlo fue "eres una indigna", y luego dijo, palabra más, palabra menos... porque yo perseguía a R, a pesar que ella me menospreciaba y ella NO quería jugar ni estar conmigo.  

¿Por qué reviso esta historia hoy?  Hace unos pocos días mientras pasaba el rato en instagram, vi una publicación de una mujer que decía que se "merecía" algo, que ella era "digna" de (ni siquiera recuerdo qué), pero cuando escuché la palabra "merecer" me hizo ruido, pero cuando escuché la otra, inmediatamente mi mente me llevó a este recuerdo... y pensé que tendría algo que investigar.  

En realidad es raro, porque bien o mal, todas las historias que escribo tienen un monstruo bien definido... y reconozco que en esta me cuesta ubicar a mi mami en ese sitio.

Si el de la historia fuera Bruno Alejandro... ¿qué habría hecho yo como madre?  Estoy segura que no hubiera utilizado esa frase, pero desde mi mirada de adulta, hoy, entiendo que mi mamá lo que quería evitar era que yo sufriera por la indiferencia con la que ella decía que R. me trataba, aunque no creo que haya sido la mejor forma.

He revisado mis pensamientos al respecto, y no guardo ningún resentimiento hacia mi madre.  Puedo hoy estar en desacuerdo en las palabras y la forma que usó para hacerme ver "esa realidad" que ella veía, pero no logro conectar con ninguna emoción negativa al respecto.

Es obvio que esas palabras, dichas por mi mami hacia mi, significaban que yo no era digna, y eso me conecta con el pensamiento de que no merecía... amor.

¿En qué me convertiría eso entonces?  Pues que para acceder al amor tengo que rogar, esforzarme más, debo hacer más que el resto, que la vida entonces se torna difícil y que soy yo la que tengo que dar.

¿Por qué esta niña tendría la seguridad de que eso sería cierto? Pues cómo no creerle a la persona que me dio el ser, que me dio a luz, que me está criando... si ella lo dice es porque así debe de ser... 

Logro darme cuenta, que investigar las historias que he investigado hasta ahora, me han permitido resolver ésta de una manera más fácil, he logrado saltarme pasos de mi receta y rápidamente aceptar que la frase que recibí ese día no era otra cosa que lo que yo misma pensaba de mi respecto al amor de mi padre, que no era digna ni merecedora de su amor.

El final feliz que decido de esta historia es aceptar que mis padres no conocían otra forma de manejar este tipo de situaciones, y que el significado que le damos a las palabras, a los pensamientos y a nuestras creencias sí se puede cambiar, porque solo tú decides convertirte en quien quieres ser, todos los días.



jueves, 29 de febrero de 2024

Le pagan más porque es hombre

En mi vida laboral, nunca había sentido que se hacía diferencias entre el sueldo de mis compañeros hombres y el mío.

Tal vez es que nunca fue una preocupación.

Tal vez fue que nunca me enteré...

En la última empresa en la que trabajé, que como he dicho muchas veces era de un buen amigo, que estuvo apoyándome cuando Bruno Alejandro fue diagnosticado con el cáncer cerebral, yo manejaba la oficina de Guayaquil y mi responsabilidad era dirigir el personal comercial y operativo.  Cuando ingresé, la empresa tenía un gerente general que unos años despúes dejó el cargo y regresó a su país de origen.

Tengo que aclararlo que era muy normal que mi amigo y yo tuviéramos entretenidas conversaciones cuando se daba sus vueltitas por la oficina, ya que la matriz era en Quito. Nuestras conversaciones iban de cosas super intrascendentes como de sus planes como empresario en Ecuador y Panamá.  

Recuerdo que hasta en algún momento, le propuse ser mi socio en un emprendimiento de gelatería que estuve cerca de concretar.  Ya saben que mi otra pasión es la cocina...

En fin... cuando llegábamos a revisar sus planes en la empresa, él pedía mi opinión al respecto.  Incluso cuando estuvo tentado a vender la compañía, por 3 ocasiones, yo era de las pocas personas que lo sabía. (éramos menos que los dedos de una mano)

Así que no me extrañó cuando me comentó que estaba pensando contratar a alguien.  Su cargo sería exactamente como el mío, iba a ser Gerente Regional, pero de la ciudad de Quito.

Me contó todo, el proceso de reclutamiento... Los candidatos... Lo que le llamó la atención de él... Las entrevistas... 

Hasta ese día, que sonó mi telefóno...

FT:  "Hola Kary!"
YO: "Hellowwwwwwwwww"
FT:  "Quería contarte que lo contraté"
YO: "Bien! ya quiero conocerlo"
FT:  "Dos cosas, te lo voy a enviar a Guayaquil para que se entrene con vos, y lo otro es que quería asegurarte que él entra ganando menos que vos"
YO: "Te agradezco tu sinceridad, pero no es necesario.  Esta es tu empresa y puedes hacer lo que quieras con ella." 
FT:  "No, yo quiero que estés segura que tú ganas más que él"

Recuerdo que luego de su adaptación, mi relación con mi partner de Quito era excelente, era un chico inteligente, era más del tipo analítico que operativo, pero nos complementábamos muy bien.  Nuestro trabajo era bastante similar, así que nos apoyábamos mutuamente.  Como yo conocía muy bien la operación del negocio, él siempre acudía a mi para resolver problemas; para mí, éramos una buena dupla.

Sí me dolía un poco que a pesar que mi partner era nuevo, mi amigo y jefe, lo tomara en cuenta para todos los proyectos nuevos de la empresa... un poco me sentí relegada, pero como conocía bien a mi jefe, sabía que los primeros meses él estaría en una especie de enamoramiento. 

Poco tiempo después, mi amigo y dueño de la compañía me dijo que lo apoye y aceptara el cargo de Gerente General, que era más bien convertirme en una especie de apoderada de la compañía, ya que él seguiría tomando las decisiones financieras de la empresa.  Cuando me lo preguntó, le dije que lo pensaría por las implicaciones legales que eso me traería, pero cuando cerré esa llamada, entendí que lo que mi amigo necesitaba, era alguien de su absoluta confianza ya que yo sería quien firmara todo en la empresa.

Obviamente acepté, y al poco rato empecé a firmar todo, desde contratos con clientes, cartas de auditores, actas de juntas, documentos tributarios y hasta certificados para empleados.

Y ese día, me enteré... de la manera más inocente que el dueño de la empresa, mi amigo por más de 15 años, me había mentido.  Tuve que firmar un certificado laboral para el Gerente Regional Quito, donde se detallaba el sueldo que percibía, y me caí de la silla.

Llamé a mi esposo para contarle, entre extrañada, enojada, decepcionada...

¿Qué hubieran hecho en mi lugar?  No se afanen en pensar, que yo no hice nada.  No lo llamé, no le reclamé... y quiero ser clara, mi amigo con su compañía podía hacer lo que quiera... pero ¿por qué tenía que mentirme? ¿cuál era su necesidad?

NUNCA, NUNCA... le pasé factura a mi amigo y menos a mi partner.  Seguí trabajando en la empresa igual de entregada que siempre.

Pasó el tiempo, un día el nuevo presidente de la empresa, que había ingresado unos meses antes y que era amigo y persona de confianza de mi jefe, me llamó telefónicamente a comentarme lo molesto que estaba FT con mi partner.  Había perdido algunos clientes importantes y estaba muy muy atrasado con el trabajo de la fusión con la compañía que habíamos adquirido.  

La molestia fue incrementándose, hasta que los primeros días de enero del 2022, FT me pidió que fuera a Quito para ayudarlo con el trabajo de la fusión, en vista que yo ya había terminado mi parte en Guayaquil, y por el cual había recibido una generosa bonificación.

Me citó a una reunión con las cabezas de Quito, para planificar el trabajo de fusión, que ahora estaría a mi cargo.  Mi partner había caído en desgracia y mi amigo es de los que hace leña del árbol caído, gracias a Dios yo nunca estuve en esa situación.

Luego nos reunimos en privado, mi amigo, el presidente y yo... y me sorprendí muchísimo ver la molestia, el enojo y decepción que mi amigo, el dueño, sentía por mi partner.  Me acuerdo una frase que dijo:  "el chico este no tiene nada de inteligencia emocional".  Encima el personal de Quito tampoco estaba contento con mi partner.  No me pregunten por qué no lo despidió en ese momento.

Ese año, él pasó a reportarme.  Recuerdo que lo hablé con él, y aunque mi relación fue la de siempre, la pasó muy muy mal.  Hasta hoy conservo una gran relación con él.

Prometí terminar la fusión para mediados de año y lo cumplí gracias al apoyo del personal de Quito.  Durante ese tiempo, vivía 15 días en Quito y 15 días en Guayaquil. 

Además implementé las mejoras operativas de Guayaquil en Quito, un sistema de control de gestión, con indicadores mensuales, diseñé una herramienta para el análisis comercial de los clientes, reuniones gerenciales semanales y mensuales, así como un proceso de capacitación con el personal.  Incluso aprovechando mi fortaleza en gobierno corporativo, presenté un proyecto de mejoras para un área nueva que no estaba funcionando y que estuvo a cargo de mi partner.

Esa presentación fue la que detonó la famosa pelea con mi jefe, y que motivó mi decisión de tomar la maestría en Coaching Directivo y Liderazgo.

Enero/2023, ambos Gerentes Regionales fuimos despedidos, por una reestructuración.   Recuerdo la conversación con mi partner, él estaba devastado.  Al igual que mi amigo me dijo, él me contó que luego de ciertos proyectos de infraestructura que se iban a realizar en Quito, saldría definitivamente;  pero tuvo que dejar su oficina, su cargo, incluso su email.  

Ha pasado más de un año y mi ex-partner aún sigue en la empresa.  Da click en el enlace, si quieres revisar la historia: 👉 La bendición de ser despedida

El final feliz de esta historia es que logré entender que lo que me molestaba no era la mentira y la traición de mi amigo, sino que todo lo que yo había hecho por esa compañía y por mi amigo durante esos primeros 4 años... no era suficiente como para que se me valorara o reconociera.  

Yo le exigía a mi amigo que fuera honesto y sincero, algo que yo misma había sido incapaz de ser  conmigo misma.  YO no era auténtica, en esa empresa yo creé una identidad... hagan de cuenta que creé un avatar, uno que me convirtiera en la "mejor empleada" para los ojos de mi jefe y mis subalternos.

No solo que yo sabía en el fondo, que él me estaba mintiendo (incluso antes de enterarme) y usando como un peón más en su empresa, sino que lo peor era que YO lo permitía, porque esa "mejor empleada" no era yo, no digo que debía ser irresponsable o hacer mal mi trabajo, sino que para serlo yo ponía mis necesidades debajo de las necesidades de la empresa y obviamente mi jefe. 

Cuando me di cuenta de eso fue un WOWWWWWWWW...  Revisar hoy esta historia me dio la oportunidad de verme, de reconocerme, y seguir, aún más comprometida conmigo para elegirme a mi, siempre.

FT hoy es mi ex-jefe, pero siempre será mi amigo, aunque en algún momento lo vi como un monstruo, hoy es en realidad un maestro más.   No se si mi él decidió que ganara más por ser hombre o no, en realidad eso nunca ha sido relevante para mí... lo que sería gracioso, es que tal vez, si él lee esta historia, se entere que yo me enteré 😁!

jueves, 15 de febrero de 2024

Tenemos que vender

Luego que fui notificada de mi  despido en enero 2023, empezamos a organizar nuestras finanzas.  No era un tema de hacer ajustes era más bien revisar y tomar las mejores decisiones financieras para nosotros, luego de este cambio en nuestra situación financiera.

En 2020, cuando llegó el COVID, nos faltaban 3 años para terminar de pagar nuestra casa, pero decidimos aprovechar las facilidades que el banco nos ofreció para refinanciar la deuda y así bajar la cuota mensual.  Entonces cuando, Roberto que es el financiero de la casa, me dijo cuál era la mejor decisión financiera que podíamos tomar, días después de mi despido, casi me caigo de la silla... "tenemos que vender el departamento y empezar a arrendar".

Lo primero que pensé fue... pero entonces para qué refinanciamos la deuda, ya hubiéramos terminado de pagarla y la casa ya sería nuestra, dónde vamos a vivir, en realidad sentía pánico.  No podía dormir por las noches, pensando, pensando, pensando... Todos mis posibles futuros se veían inciertos.

Hasta que decidí que era hora de enfrentar la decisión de Roberto y le pedí me explique por qué era una buena decisión, yo estaba preparada con "mis argumentos".  Tengo que decir que las matemáticas NO mienten, así que estuve de acuerdo que era lo mejor, y pusimos la casa en venta (en realidad era departamento, pero yo siempre le dije casa).

Se empezó a correr el departamento, mientras tanto yo cursaba los últimos meses de la maestría y asistía a mis últimos días de trabajo en la compañía (salí el 28 de febrero).  Un mes después de ofrecerla en venta, no habían llegado ofertas cercanas a lo que pedíamos, así que mi diálogo interno buscaba razones para pensar que el universo nos estaba enviando una señal.

Luego de conversar con la empresa corredora, nos visitaron algunas personas, pero cuando esa persona que buscaba un departamento para su madre vino ese día, lo supe...  ellos comprarían la casa, y unos días después empezamos el trámite de compra venta.

Según los tiempos que demorarían los trámites, estimamos que entre la última semana de abril y la primera de mayo, nosotros tendríamos que realizar la mudanza.  Para esa fecha, yo ya estaba dedicada enteramente a terminar la maestría, presentar el trabajo final de la práctica del coaching ejecutivo en una empresa de software hotelero en España, el lanzamiento de mi marca personal, y encontrar un departamento que se acomodara a nosotros, y a nuestro presupuesto.

Ese día le tocó a Roberto visitar los departamentos que había seleccionado, había uno que estaba en la lista, a pesar que no cumplía nuestro presupuesto, me llamaba mucho la atención.  Casualmente, cuando él regresó me dijo que justo ese departamento era el que tenía visitar yo, así que al día siguiente fuimos, y yo quedé enamorada.  No le ví ningún "pero".

Era perfecto, y hasta podía montar una pequeña oficina para mi nuevo negocio como Coach.  Nos calificaron y empezamos a tratar de meter nuestra actual casa en cajas, para ser más precisos 180 y tantas cajas.  Me encantaba que quedara en una urbanización pequeña llena de vegetación, con acceso a piscina.

Decidimos regalar un montón de cosas, botar otras y vender otras.  Deshacerme de algunas de las cosas que nos acompañaron desde el primer día que empezamos nuestra aventura como pareja, se sentía muy triste y encima Roberto las vendía a precio de "huevo" como se dice aquí.  

El proceso de arriendo, a ratos, era un poco frustrante y agotador, me parecía que todo era como muy lento. Lo que me consolaba era hacer los planes mentales de cómo decoraríamos, lo rico que pasaríamos los fines de semana en la piscina, los arreglos al patio y la reunión de inauguración que tendríamos... por eso me preocupaba cuando no veía a Roberto tan ilusionado como yo, o cuando discutía vehementemente las condiciones del contrato con la vendedora.

Para ese entonces la casa era un verdadero caos, solo podíamos usar un asiento del comedor, que yo usaba de escritorio, las 2 sillas altas para comer en el counter de la cocina, y un colchón inflable porque  Roberto vendió nuestro juego de dormitorio, pero ya no importaba nada porque el 12 de mayo nos cambiaríamos y el 9 era mi cumple, mis primeros 50 años... así que, qué podía salir mal?

Volvimos al departamento que alquilaríamos para tomar medidas y revisar el feng shui.  Ese día pudimos observar que ciertas paredes estaban con moho y que el problema en realidad venía por el diseño arquitectónico del edificio.  Le informamos a la vendedora, quien lo hablaría con la mamá de la dueña, que es quien se encargaba de todo ya que su hija vivía en el exterior, para que lo incluya como un compromiso dentro del contrato que estábamos revisando.  Nosotros realizamos el pago de un mes anticipado, ya que acordamos pagar el año completo por anticipado.

Al fin llegó el 9 de mayo, y aunque Roberto lo había planeado como una sorpresa, la aerolínea me envió el boarding de los pasajes que él había comprado para celebrarlo en Cuenca, así que estaba haciendo la maleta cuando sonó el celular y lo escuché hablando del departamento que habíamos arrendado.

Cuando me acerqué, me percaté que hablaba con la corredora, resulta que la persona ya no quería alquilárnoslo porque no quería tratar con mi esposo,  y aunque intenté hablar personalmente con ella, esa era su decisión y no daría marcha atrás.  Yo estaba devastada y todo ese enojo, frustración y una vez más... miedo, lo lancé sin contemplación a mi esposo, lloraba desconsolada y lo culpaba por todo lo que estaba pasando.  El solo me dijo "déjamelo a mi".

Llegamos al aeropuerto y pensé que no podía arruinarme el día, así que puse en pausa mis pensamientos.  Escuché a Roberto contactar a otra corredora, y para el 10 ya teníamos 3 visitas.  Cuando entré a la primera propiedad, decidí consultar en la aplicación y para la tarde teníamos 4 visitas más, las que contactó Roberto eran un "asco".

Cuando ambos entramos al departamento, nos miramos e hicimos una oferta.  El dueño era un ocupadísimo doctor que demoró días para aceptarla y aunque parecía mentira, la notaría tuvo problemas con la escritura de la venta, así que la mudanza se postergó una semana más.


Y aquí estábamos en nuestro primer día en el nuevo departamento, para el que tuvimos que comprar muebles de sala, escritorio para la oficina, cama y hasta lavadora.  Ha sido un lugar acogedor, muy bien ubicado, cerca de todo, muy tranquilo, donde hemos pasado momentos muy gratos con amigos y familia.  Hemos recibido a todas las hijas de Roberto, y ellas me han traido a Luna y a Amelia.

Hoy ya estamos planeando una nueva mudanza, para dónde? Aún no sabemos, pero esta vez estoy segura de disfrutar más el proceso, por lo pronto ya no tengo apego a ningún mueble... esta vez viajo más ligera.

domingo, 11 de febrero de 2024

No lo podía creer... me quedé sin habla!

Realmente no se cómo empezar esta historia, sucedió cuando yo estaba por ingresar a mi último año en el colegio.  

Mi mami había logrado encontrar una casa hermosísima, donde yo viví durante 22 años y que, luego de mucho insistir mis padres vendieron en el 2023.  Mirando hacia atrás, en esa casa pasé los mejores y peores momentos, que fueron el nacimiento de Bruno Alejandro y así como su muerte; pero esta historia que estoy a punto de contar, si lo pienso rápidamente fue algo que no había estado "presente" durante mi edad adulta, pero como se que la mente nos "juega sucio", hoy voy a investigar cuánto de ella, caló en mi.



Esa era yo, a los 17 años.  Tanto para Betty, como para mi, que estábamos en edad para salir con chicos, era ideal que nos mudáramos al norte de la ciudad, después de vivir en el sur, casi toda mi vida.

Era una urbanización de apenas 32 casas, y el contratista la entregaba con algunos pendientes que los debían resolver mis padres, con la ayuda de algunos trabajadores, que como pienso ocurre en toda Latinoamérica, eran personas, en aquella época sólo hombres de escasos recursos y poco acceso a educación.  

Luego del colegio,  mi mamá nos llevaba, a Stephy de 7 años y a mí, a chequear cómo iban los trabajos y para ver si se necesitaba algún material de construcción.  Recuerdo que estaban montando las rejas de las ventanas, que en Guayaquil, junto con el cerramiento trasero del patio, para mayor protección a la casa.

Era increíble llegar y ver que faltaba poco para la mudanza.  Betty y yo, compartiríamos habitación, como lo hicimos casi todo el tiempo que vivimos juntas.  No tengo recuerdo dónde estaba ella, ese día, me imagino que en la universidad.

Ese día el "maestro", como se le dice al que dirige al resto, le dijo a mi mami que necesitarían más cemento, así que nos disponíamos a subirnos al carro, cuando justamente llegó mi tío a visitarnos.  No recuerdo si yo quise quedarme, o fue decisión de ella, pero lo que sí recuerdo es que mi madre jamás, jamás me hubiera dejado sola con esos trabajadores, si no hubiera estado él, mi tío, que era mi familia, una persona de confianza.

Recuerdo que empezamos a caminar, dando vueltas alrededor de la casa que prácticamente tenía una forma cuadrada.  Habían trabajadores alrededor nuestro, pero como el ancho del corredor era de 3 metros podíamos movernos sin interrumpir su trabajo.  

Caminábamos, uno junto al otro... No recuerdo cuánto tiempo pasó desde que mi mamá arrancó el carro y salió de allí, ni de lo que estábamos conversando... lo único que recuerdo es lo que pasó, a partir del momento en que dijo:  "eres muy bonita, te pareces tanto a tu mamá..." 

En mi cabeza, esas palabras no tenían mucho sentido, porque el que me las decía, era mi tío paterno, y yo era su sobrina de 17 años, así que no entendía a dónde quería llegar con todo eso, me volteé a verlo y en ese momento se acercó a mí, y me besó en los labios.  

Mientras escribo, me he detenido para revisar mi cuerpo y mis sensaciones al respecto, mi corazón palpita más fuerte, tengo asco y aunque trato de recordar si me puso una mano encima, mi mente no me deja seguir más allá.

Lo próximo que recuerdo es dar unos pasos hacia atrás, voltearme y acelerar el paso hacia la calle... Sentí un alivio enorme al darme cuenta que mi mami, se estaba bajando del carro.  Fui hacia ella sin decir una sola palabra, pero el contacto visual fue más que suficiente para que se diera cuenta que algo no estaba bien, y me diga "qué pasó?"

No volteé, solo escuché que él encendía su carro y se iba... en ese instante le dije "mi tío me besó".

Mis recuerdos de lo que pasó después se diluyen, recuerdo contarle todo a mi mami, luego mi mamá contándole a mi papá y las posteriores discusiones que presencié entre ellos, pero me quedo con lo que decidió mi papá.

Cada domingo había el almuerzo familiar en casa de mis nonnos, los papás de mi papá, a donde asistíamos todos:  mis papis con nosotras, mis dos tíos con sus familias, y de vez en cuando, mis tías, las hijas mayores, con sus esposos.  Así que la instrucción que recibí, era que cada vez que fuéramos a esos almuerzos, yo debía saludar a mi tío, con un beso en la mejilla y no debía volverle a dirigir la palabra.  Eso era todo.

Siempre había pensado que mi padre debió protegerme, debió hacer algo más, golpearlo? matarlo?  Pero cuando investigas de verdad una historia, debemos llegar al fondo para encontrar el motivo real, lo que llamamos en PNL (programación neurolinguística) la "intención positiva" detrás de un comportamiento.

Me sorprendí darme cuenta, de todo lo nuevo que descubrí de esta historia...   luego de profundizar, haciéndome una, y otra y otra pregunta... me di cuenta que a pesar que mi mamá estaba horrorizada por lo que había pasado, había optado por no contradecir la decisión de su esposo; así como me di cuenta que, a pesar de tener 17 años y poderme negar a seguir la instrucción de mi papá, opté por acatarla, pero ¿por qué?

Esperé que mis padres "hicieran algo" cuando yo misma no fui capaz de hacerlo, porque cuando pasó... no reaccioné, me paralicé, no lo empujé, no lo alejé, no corrí, no grité, en una palabra NO me defendí, pero ¿por qué?

Y luego, cuando acepté ir domingo tras domingo, y esperar en silencio "llegar de primeros" para evitar el penoso acto de saludar, uno a uno, a mis familiares, incluyendo a mi tío, tampoco hice nada, no lo expuse frente a toda la familia, no lo encaré, no le reclamé, pero ¿por qué?

Y la respuesta que me llegó, al principio no la entendí... por verguenza... pero verguenza de qué?  Lo que salió de mi boca me horrorizó y luego me di cuenta que era mi absoluta verdad porque lágrimas brotaron de mis ojos... yo pensaba que lo había PROVOCADO.

Entendí cuánto había calado en mi cabeza, las frases denigrantes que mi papá le decía a mi mamá, cuando éramos niñas, cuando la acusaba de PROVOCAR a los hombres, por la ropa que usaba, por su cuerpo, por sus ojos, o por cualquier razón que su mente celosa e insegura pensara día tras día.

Darme cuenta que yo había aceptado como válido ese pensamiento, que como mujeres provocamos a los hombres, fue suuuuuuuper difícil, pero luego "me llegó" la aceptación radical como dice mi amiga Carla Calderón, porque con todo el amor y compasión del mundo hacia mí misma, supe que la intención positiva detrás de este comportamiento sumiso y de absoluto silencio... como siempre... mi ¿para qué? había sido mi deseo constante de "no quedar mal", mi deseo de "encajar"

Esta historia tiene el mejor de los finales, uno en el que me libero de la responsabilidad que había asumido todo este tiempo, así como me perdono por no hacer nada... en realidad por pensar que no tenía la capacidad para hacerlo... yo misma me lo impedía, como muchas otras veces a lo largo de mi vida.  Gracias a investigar estas historias, con amor y cariño, cada vez es más fácil elegir ser feliz.

sábado, 3 de febrero de 2024

La va a matar

Eso es lo que yo pensaba, sentada debajo de la mesa de nuestro comedor en la casa del sur.  Junto a mí, estaba mi hermana mayor... mi hermana Stephy ni siquiera estaba en planes, yo habré tenido 6 o 7 años.

Estos éramos nosotros.  Yo soy la bebé, así que no tengo recuerdos de esos días, pero cada vez que veía esa foto, yo veía una familia feliz, sin problemas de ningún tipo.  

Mi mami guardaba las fotos antiguas, así fue como conocí a mi abuelo materno, quien falleció cuando mi mami tenía apenas 2 años, a él y a toda la familia de lado materno.  Mi padre tenía muy poquitas, pero estaban en cajas, álbumes de fotos, fundas, y cuando las revisábamos, siempre siempre escuchábamos las historias, no importaba que la hubiéramos escuchado antes... yo entraba como en una especie de trance cuando mamá empezaba a contarnos (extraño eso 🥹)

De hecho soy muy fan de tomar fotos, a donde vaya, quiero ir documentando momentos, para mí, las fotos son como un momento congelado en el tiempo, es como que capturas no solo el lugar, sino lo que estabas viendo, lo que estabas sintiendo, lo que habías comido o incluso lo que habías comprado.  Y aunque me digan antigua, no hay nada como tener la foto impresa en la mano, aunque en ocasiones me haya visto en la necesidad de "hacerle zoom" 😁 

En fin, volvamos a ese día... estoy segura 100% que no fue la primera vez que ellos, mis papás, discutían, pero esa es la que me ha acompañado toda mi vida.  Hace poco, mi hermana Betty me contó que mientras era hija única, presenció una horrible situación de violencia de mis papis, que cuando me la contó con lágrimas en los ojos, no supe cómo reaccionar porque fue la primera vez que supe que había pasado.

Era un día caluroso, habíamos llegado del colegio porque mi mami aún estaba vestida con ropa de calle.  No recuerdo específicamente cómo empezó la discusión, pero el motivo ya era bien sabido por nosotras, los celos de mi papá.  Mi madre era una mujer bellísima, y esa era la razón suficiente de mi padre para celarla.

Yo estaba sentada en el comedor, de espaldas a ese corredor que se convirtió en ring de pelea.  Apenas empezó, me escondí debajo de la mesa.  Mi espalda estaba contra la pared fría, recogí las piernas de tal manera que toda yo, cupiera entre las patas de la silla y la base de la mesa.  

Mi cabeza no llegaba a topar el tablón de la mesa, por lo que mis ojos presenciaban la escena, justamente como si fuera una película, y la toma solo alcanzaba a registrar parte del torso y las piernas de mis padres.

No se cuándo, ni como llegó mi hermana Betty, 4 años mayor que yo.  Solo sé, que en mis recuerdos ella está a mi lado izquierdo.  Estamos en completo silencio, observando y escuchando.

No logro recordar alguna frase en específico, solo se que gritaban, ambos... que estaban frente a frente, que en ocasiones mi padre avanza y mi madre retroce. No puedo decirles si fueron minutos u horas, solo recuerdo que para mí, fue eterno.

Recuerdo exactamente los zapatos que usaba mi mamá, eran hermosossssssssssssssss... yo jugaba con ellos porque tenían un taco altísimo y muy delgado, eran color salmón... unas zapatillas con un base de un material que parecía corcho.

De pronto vi avanzar a mi papá, y casi encima de mi mami... la discusión terminó.  No recuerdo si salí rápido de debajo de la mesa o me quedé un buen rato,  pero cuando salí recuerdo el rostro de mi papá sangrando... mi madre para defenderse había usado su zapatilla, y el taco se incrustró justo por debajo del ojo derecho de mi papá.

Toda mi vida, cuando alguien levanta la voz, un poco más de lo considerado normal, yo me paralizo, vuelvo a esa mesa y revivo esta historia en mi cabeza.  Hace poco, mientras discutía con Roberto, cosa que sucede casi nunca, en un momento él levantó la voz, e inmediatamente conecté con esa niña que se paraliza debajo de la mesa, por lo que decidí investigar mi historia, y cómo ésta me ha afectado a lo largo de mi vida.

Me sorprende darme cuenta que había normalizado, el nivel de violencia verbal y físico.  Personalmente no he sufrido un nivel de violencia física, en mis relaciones, pero de la verbal sí, eso es seguro y mi respuesta siempre es paralizarme.

Se que dirán que mis padres no deberían haberlo hecho, pero la realidad es que pasó y no puedo cambiar esa historia en particular, pero sí puedo detener volver a ella, cada vez que alguien levante su voz, durante una discusión.  

Así que luego de escribir todas las creencias y pensamientos que tenía asociadas a la historia, me sorprendió darme cuenta que mi peor temor era que mi padre matara a mi mamá.  No se imaginan el llanto atragantado que tenía y que me conecta con sentirme vulnerable e indefensa.

Por qué vuelvo a la mesa y decido paralizarme, por qué no busco dejar de ver el espectáculo, por qué alimento el temor y la angustia?  Porque cada vez que un hombre (amigo, pareja o jefe) levanta la voz durante una discusión y mi mente vuelve a vivir esta discusión de mis padres, me coloca en ambos roles:  la niña que se esconde debajo de la mesa, paralizada y la mujer que según yo, está en peligro de muerte.

La mente es tan increíble que a pesar que en esa ocasión mi madre se defendió como pudo, yo nunca, nunca, nunca he podido reaccionar en modo defensa, para mi esa no ha sido una opción.  Y aunque mi intención no es terminar una discusión a los golpes, me gustaría terminarla como adulta, que sabe poner límites y sin entrar en el juego de la victimización. 

Hoy logro reconocer que a esa niña, le hacían falta disculpas, contención, abrazos, y un fuerte compromiso de ambos padres de empezar a gestionarse y resolver sus conflictos de otra manera, pero esta adulta debe entender que esta historia quedó en el pasado, que levantar la voz no significa que estoy en peligro de muerte, y que tengo el deber y el derecho a defenderme, porque paralizarme no significa que la discusión termine.  

Elijo que el final feliz de esta historia, es hoy, porque elijo no vivir en el pasado, acepto que esta historia es de mis padres, rompo este ciclo y con ello logro perdonarlos y perdonarme porque pensé que no debía defenderme, o pensar que no hacer nada era lo mejor para mi.  Hoy se que YO tengo el deber y el derecho a respetarme, cuidarme y que muchos años cedí esa responsabilidad de hacerlo, a otros... y eso se termina hoy.

lunes, 29 de enero de 2024

Cuando entiendes que el amor no es lo tuyo

Llevaba 2 años sin tener una pareja formal... bueno yo pensé que la tenía con el chico que conocí justo unos meses antes que Bruno Alejandro falleciera... de hecho compartimos algunos momentos los 3 juntos... ni siquiera recordaba esto hasta que empecé a escribir.  Nunca tuve intención de presentar a Raúl (nombre ficticio) a mi hijo, porque teníamos muy poco saliendo; pero cuando llegó el ramo de rosas que él me envió y tuve que responder a la pregunta:  "mami, quién te envió el ramo?" supe que había llegado el momento.  Raúl pasó a mejor vida, no no... no piensen que "estiró la pata!", tal vez en algún momento les cuente detalles de esa historia, pero hoy... tengo ganas de contarles cuando decidí que el amor no era lo mío.

Cuatro meses después de transitar mi "pequeño" infierno por la pérdida de Bruno Alejandro, me cambié de trabajo, y me llegó uno (otro pequeño infierno), que me aseguró que mi mente no tendría ni un solo minuto para recordar lo que apenas me había ocurrido.  Bueno no solo era que tenía infinidad de trabajo, sino que el ambiente laboral era terrible:  conflictos, chismes, bandos, problemas, egos, juegos de poder, uff!  

Así que con la ruptura amorosa de Raúl, adicional a todo lo que venía viviendo, había empezado a caer en un hueco muy muy profundo, obviamente en ese momento no lo reconocí.  Y como todo aquello a lo que prestas tu atención y tu enfoque se hace realidad, pues mi vida se tornó muy muy oscura, del color que lucía ese hueco profundo en el que estaba.

Cuando estás allí, tienes dos opciones mimetizarte con la oscuridad o intentar salir de allí.  Obviamente era mucho más fácil quedarme allí, "soportando", total no tenía muchas ganas de vivir, la mejor forma de describirlo era que estaba en modo supervivencia.

Mientras escribo, no logro entender cómo si estaba como estaba, físicamente no lucía mal; al contrario lucía espectacular. Tenía 36 años, muy delgada (venía sin comer o comer a deshoras), me encantaba vestir a la moda, muy sexy y usaba una larga cabellera, que me costaba muchos cientos de dólares mantener.  Me veo en las fotos de esa época y puedo ver la farsa que estaba viviendo, aunque nadie nadie lo notara, ni siquiera yo.

No me equivoco al decirles que YO era una auténtica bomba de tiempo, obviamente que no lo sabía en ese momento, pero yo seguía esforzándome para merecer amor, como lo había venido haciendo desde niña, buscando reafirmar mi valor convirtiéndome en la mujer perfecta para cualquier hombre.  Exacto... CUALQUIERA!

Acepté salir con amigos de mis amigas... que NO me atraían.
Acepté salir con compañeros de trabajo... que NO me gustaban.
Acepté retomar una antigua y prohibida relación... que NO me hacía bien... NUNCA me hizo bien.

Y justo en ese momento, un buen amigo llegó de vacaciones a Ecuador.  No nos habíamos visto desde hace 11 años, cuando nos quedamos, mis hermanas y yo, en su casa de Miami.  Aunque no nos habíamos vuelto a ver, habíamos estado en comunicación.  Me invitó a cenar y me sorprendió con una cajita de Tiffany.  Cuando estaba cerrando el broche de la cadena, me preguntó si yo también había sentido algo "esa noche" en su casa en Miami.  Yo asenté con la cabeza y nos besamos.

Pocos meses después, cuando se cumplió el primer aniversario de Bruno, me invitó a su casa en Sao Paulo.  El era una persona muy inteligente y preparada, lo que mi madre diría "un buen partido".  Y sin proponérmelo, empezamos una relación a distancia.

Añadamos esto a la lista.  Acepté tener relaciones a distancia... que NO me llenaban. Pocas llamadas, pocos correos y cero visitas en casi un año... la relación se enfrió... mejor dicho se congeló.  

Así que, sin saber cómo, acepté ser la tercera en discordia en una rara y absurda relación... Mmmmm sin comentarios.

En octubre del 2011, mi amigo volvió de Sao Paulo, por unos días y me pidió volver a vernos.  Dos días después, tuve que pasar por una cirugía y cuando estaba en mi cama pensando por qué no me había visitado, llamado o escrito... al fin me logré ver y no me gustó lo que vi.  

Me sentía cansada de intentarlo todo y no conseguir ninguna relación duradera.
Me sentía agotada de darlo todo y no sentirme amada.
Me sentía decepcionada por no saber escoger bien a mis parejas.
Me sentía triste y vacía, por no poder ser valiosa para nadie. 

Ese día lo "entendí", yo no había nacido para el amor, así que decidí que no volvería a intentarlo...  NUNCA más!

Durante los siguientes dos meses, 8 atentos caballeros intentaron convencerme, al mismo tiempo, de tener una relación seria y formal. Yo era muy clara con ellos, no tenía ninguna intención de empezar nada, podíamos ser amigos pero nada más. Lo reconozco, aunque era emocionante tener tanta atención, el estar sola y concentrada en mi, era tan diferente a lo que había hecho, que valoraba mucho no tener que estar preocupada por tener que ser la mujer perfecta para nadie.

Un buen día mi compañero de trabajo Miguel, me pidió que lo acompañe a un almuerzo de trabajo en un restaurante muy conocido de la ciudad, que quedaba en un hotel en el centro, porque quería presentarme a su amigo, quien manejaba la parte comercial del hotel.  Insistió tanto, que hasta consiguió permiso de mi jefe para que lo acompañe a esa cita.  Realmente no entiendo cómo pasó todo y cómo accedí finalmente a ir.

Era diciembre 8/2011, el día que me presentó a Roberto.  Me llamó muchísimo la atención su inteligencia y lo caballero que era, de esos que ya no existen.  Me impresionó la capacidad que tenía de mantener la reunión de trabajo, pero a la vez de preocuparse de mantener una amena conversación conmigo.  Mis parejas jamás habían sido particularmente atractivas, a excepción del papá de Bruno, pero Roberto definitivamente NO era mi tipo, además era bastante mayor para mi.

Nos volvimos a ver, luego de una semana.  Resulta que él había trabajado antes para la misma empresa en la que yo trabajaba, así que fue la excusa perfecta para que Miguel invite a Julita, compañera nuestra y quien conocía a Roberto desde aquella vez.  Esta vez nos sentamos en la barra, así que no tenía más remedio que conversar con él, o darle la espalda.  Su conversación era tan interesante y entretenida, que la última opción no era realmente una opción.

Pasaron unos días, salí a almorzar con Miguel.  Le dije que yo no comería porque tenía un malestar estomacal, parecía que la cena que había tenido la noche anterior, en ese hotel, no me había caído nada bien.  Miguel me dijo que yo debía decirle a Roberto, a la vez que me insistía que él estaba muy interesado en mi, lo que para mi no tenía sentido porque no me había pedido ni siquiera mi número celular.  Ni corto ni perezoso, Miguel le escribió y ese día chateamos por durante 2 horas, a través del blackberry messanger!!!

Tengo que reconocer que podía conversar con él, durante horas sin aburrirme.  Era gracioso, ocurrido, simpático pero a la vez serio, formal y caballero.  Era una mezcla rara, no había conocido nadie igual que él.  Su característica más interesante, era su extraordinaria forma de escuchar. No volvimos a vernos sino hasta febrero, Miguel organizó una salida, pero a la hora de la hora no apareció, y aunque fue la noche más embarazosa del mundo, a la vez fue muy agradable y especial.

Salimos un par de veces más, y recuerdo exactamente cuando empecé a verlo con otros ojos, a estar atenta al celular por si llegaba algún mensaje, a disfrutar tanto nuestras conversaciones, como el día que me invitó al cine.      

Nos sentamos a tomar algo, antes de entrar a la sala.  Mientras conversábamos, sentía que lo conocía de toda la vida y que estar a su lado se sentía tan diferente y agradable, pero por otro lado pensaba que no quería repetir todo lo que había vivido estos dos años.  Así que cuando me dijo que quería ser mi novio, me quedé en shock, podía escuchar la pelea campal entre mi cabeza y mi corazón.  Finalmente me armé de valor y le dije que había tomado una decisión y que por el momento no tenía intención de estar en pareja.  Me había dado de plazo hasta junio para disfrutar de estar sola.

Me dijo que si era mi decisión, seríamos solo amigos, pero cuando lo oí decirlo sentí que se me encogía el corazón, y me latía tan fuerte que pensé que se me saldría del pecho.  Casi al instante, y sin proponérnoslo, nos fuimos acercando, primero fueron las manos, luego entrelazamos uno de nuestros dedos, y luego nos dimos el beso más maravilloso que me han dado en toda mi vida.

Estaba enamorada, como nunca lo había estado.  Era tan diferente, que se sentía extraño, raro, no reconocía lo que sentía, era especial, intenso y único.  Apenas 55 días después de nuestro primer beso, nos fuimos a vivir juntos y ya llevamos juntos más de 12 años, y este 21 de junio cumpliremos 10 años de casados.  Somos pareja, amigos, compañeros y nonnos de Amelia y Luna.





Fue la primera vez, que alguien vio lo que había dentro de mi, él me conocía más de lo que yo misma lo hacía.  Me enseñó sobre los juicios, la libertad, ser auténtico y verdadero, me enseñó su extraordinaria relación con Dios, no la que yo aprendí en el colegio de monjas.  Me enseñó una nueva forma de vivir la vida, que aunque al principio no entendí, ni comprendí, me provocó curiosidad y asombro descubrir.  

Por eso, yo decidí que el día de nuestro primer beso fuese el final feliz de esta historia y el inicio de una historia de re-descubrimiento, de mi re-conocimiento... porque desde que conocí a Roberto empezó mi camino de entender que el amor que buscaba, ya lo tenía, siempre estuvo, solo tenía que darme cuenta que la única fuente de amor era yo misma.

No fue de inmediato,  fue poco a poco.  Fueron sus consejos, sus acciones, a vivir sin reaccionar, a valorarse.  Le agradezco poder ver más allá de lo que veía que era mi vida, hoy me priorizo, me valoro y me amo tanto, y comparto esta nueva vida con un compañero amoroso, mi media mandarina (como dice él).