Llevaba 2 años sin tener una pareja formal... bueno yo pensé que la tenía con el chico que conocí justo unos meses antes que Bruno Alejandro falleciera... de hecho compartimos algunos momentos los 3 juntos... ni siquiera recordaba esto hasta que empecé a escribir. Nunca tuve intención de presentar a Raúl (nombre ficticio) a mi hijo, porque teníamos muy poco saliendo; pero cuando llegó el ramo de rosas que él me envió y tuve que responder a la pregunta: "mami, quién te envió el ramo?" supe que había llegado el momento. Raúl pasó a mejor vida, no no... no piensen que "estiró la pata!", tal vez en algún momento les cuente detalles de esa historia, pero hoy... tengo ganas de contarles cuando decidí que el amor no era lo mío.
Desde que empecé a leer el libro Todo Cuenta de Diana Orero, me di cuenta que la forma como contamos nuestras historias al mundo, y principalmente a nosotros, nos marca, nos transforma, nos deja una huella. Voy a empezar a contarles historias mías, de mi más cercanos amigos y conocidos... y espero que de desconocidos también. Quiero demostrarles que Todas nuestras historias siempre tienen un final feliz, y si aún no lo ves es porque aún no ha terminado.
lunes, 29 de enero de 2024
Cuando entiendes que el amor no es lo tuyo
domingo, 28 de enero de 2024
Cuando dejar de luchar te devuelve a la vida
Aún recuerdo cuán lejano veíamos el problema del virus en China, era como cualquier noticia internacional, en alguna ciudad que ni siquiera sabía dónde estaba quedaba ni podía pronunciar, se presentaban casos de personas muriendo… pero nunca sentí que nos afectaría a todos, hasta que el 17 de marzo, anunciaron que debíamos quedarnos en casa para evitar la propagación en nuestra ciudad, en nuestro país.
La conocí
recientemente gracias a la comunidad de CREETELO que creó Michelle Poller, su nombre
es Ma. Conchita Figueroa, y acaba de contarme su historia con el COVID, que empieza justo,
una semana después del cierre.
Y aunque durante
una semana se fueron agregando otros síntomas, como la fiebre y los escalofríos,
ella seguía trabajando y manejando la casa, como siempre, pero algo no estaba
bien. Luego que bajar un
colchón a la sala no sirvió para aliviar lo débil que se sentía, tuvieron que pedir ayuda a sus padres y hermana.
Tres
clínicas, tres intentos de hospitalización y tres rechazos. La médico intensivista
la atendió en la vereda, prácticamente estaba desmayada en una silla. Sin tener una confirmación real, le dio una
receta. “Yo sentía que ella me dio una
sentencia de muerte, cuando me dijo ‘puede ser que se recupere’, mientras
sacaban el féretro de un fallecido, casi junto a ellos.
Se encerraron
en la habitación de la casa de sus papás, ella y su hijo. Poco se sabía del virus y de su tratamiento. Así que eso poco importaba, porque cada vez
se ponía peor, y aunque la saturación era muy mala, y estaba agotada, que
llegara la noche no era un alivio, más bien era momento de estar más atenta y
despierta porque sentía que si lo hacía, iba a morir. Nunca pudo conseguir tanque de oxígeno.
Toda la medicina escaseaba y era carísima.
Se le quitó
el olfato y el gusto. Pero nada se
comparaba al dolor que experimentaba en la base del cráneo, "era como un martillo
que me golpeaba mi cabeza", en las noches gritaba del dolor. Recuerda que quería solo quería darse contra
las paredes.
Su hijo
veía todo su sufrimiento, no comía, y apenas tomaba agua porque le provocaba náuseas. Su laringe estaba excesivamente inflamada, le
dolía deglutir.
Tras 3
semanas de dolor y los síntomas, evitar ser el contagio de sus padres, y
las noticias del fallecimiento de los vecinos, se rindió. Miró la imagen del sagrado corazón de Jesús,
y dejó de pelear, con lágrimas en sus ojos pensó que no podía más, y que, si
era su hora solo EL podría disponerlo.
Hasta ese momento estaba aferrada a la vida, tenía terror de morir y
dejar a su hijo solo, pero decidió dejarlo en sus manos.
A los 2 días, el dolor empezó a disminuir, la fiebre empezó a ceder, lo síntomas iban desapareciendo tal cual como llegaron, incluso el dolor de cabeza, que fue el síntoma que la acompañó hasta su recuperación. Mejoró el apetito y el ánimo.
Tenía
visitas de su familia, desde la ventana de la habitación. Y poco a poco, se
turnaban para salir al patio, tomar sol e incluso tomar el desayuno.
Tras 44 días
de encierro, el doctor confirmó que tenía anticuerpos, y pudo abrazar a sus
padres. Se mantuvo allí hasta el mes de
julio, cuando volvió a su nueva realidad, todos sus ahorros se habían marchado
junto con los síntomas. Sin haber trabajado,
todo ese tiempo en desarrollo organizacional, coaching y capacitación, con la nueva
situación empresarial y sabiendo que su línea de negocios no volvería a ser
igual, decidió reinventarse.
Retomó un viejo
proyecto, abrir una línea de servicios enfocada en el bienestar de los empleados
dentro de las organizaciones. ¿Era el
momento correcto? Muchas voces le
dijeron que NO, pero su enfermedad le demostró que la vida se podía acabar en
cualquier momento, que no hay momento correcto para. Hoy ella es una ferviente convencida que los
momentos correctos son cuando los decides, cuando te lo propones y así nace
Paradigma B, su empresa.
Ponerse en
acción, significaba no solo decidirlo y ponerse manos a la obra, sino ser
consciente que no lo podía hacer sola, así que buscó ayuda de personas, amigos,
conocidos y hasta desconocidos. Con mucho
trabajo, esfuerzo y dedicación logró hacer el lanzamiento de su marca, en un evento
virtual donde participaron 10 speakers de talla internacional, creyentes fieles
de su plan de bienestar que se basa en 6 dimensiones.
Para ella
esos momentos de oscuridad fueron como la gasolina para arrancar el proyecto de
Paradigma B, que ella lo considera como una extensión suya, que nació de la resiliencia,
de resurgir, y una segunda oportunidad, que le dio la vida.
Una nueva
oportunidad, donde aprendió que, si alguien no te dice NO, entonces todavía hay
posibilidades de un sí. Lo intenta todo
hasta el final, porque es algo que ella cree fervientemente.
Es increíble cómo la vida nos unió, tuvimos que esperar que una comunidad que se creó en Miami nos convoque para darnos cuenta que tenemos más en común, que vivir en el mismo país y ciudad. Empecé a trabajar con ella, en ciertos proyectos, sin saber que teníamos el mismo sueño en común, ver a las personas ir a trabajar amando lo que hacen, llenando sus corazones con aquello que les haga sentido y ser felices haciendo lo que hacen.
jueves, 18 de enero de 2024
Casi me caigo de la silla
Bruno empezó sus clases de natación a los 2 años y algo, amaba la piscina, así que no dudé en aceptar la invitación de Alicia, una amiga, para ir al club en una playa muy cercana a la ciudad.
domingo, 14 de enero de 2024
Mi primera cita con Bruno
Bruno era un niño especial. Ya los escucho diciendo "toda mamá dice que su hijo es especial" bueno bueno, espero que si eres un lector de mi blog encontrarás alguna historia de él que lo demuestra.
Mi mamá había salido de la habitación, eran como las 7h00 u 8h00 de la mañana del 31 de marzo. La enfermera entró, con "el gringo", como le decían en el cunero porque era hora de alimentarlo, era nuestra primera vez. Me había preparado para este momento, como con todo lo que hago en mi vida, leí artículos, seguí al pie de la letra lo que me enseñó la ginecóloga y mi instructora de parto, me peinaba las chichis, me daba masajes, TODO!
Sí, eso fue mágico, sentirlo sobre mi pecho, verlo allí cerquita, un ser tan chiquitito que dependía única y exclusivamente de mi. Al fin tenía a mi príncipe! Pero como en todo cuento hay un villano... Pues qué creen? A pesar de toooooooda mi preparación, yo no producía leche materna suficiente (yo diría ninguna)... intenté de todo ese día, comprensas, presión, tomar más líquido, de todo!
Bruno no paraba de llorar porque tenía hambre.
Yo estaba frustrada, cansada, adolorida, mi pobre madre tenía que levantarse de un sofá cama tan tan bajito que para cuando lograba estar de pie, yo ya me había levantado, lentamente y sosteniéndome la panza recién partida y cosida, y había sacado a Bruno de la cuna para volver a subirme a la cama e intentar alimentarlo nuevamente.
Verán que la magia, como para las 4h00 del 1 de abril había desaparecido por completo... recuerdo haberle dicho a mi mamá... "si llora una vez más, pídele a las enfermeras que se lo lleven y le den agua de anís" Esa es una de las "culpas" que sobrellevé algunos años durante mi corta historia con Bruno.
Durante un mes más, intenté la alimentación exclusiva con leche materna. Aunque cada vez que Bruno lloraba, no es que llorara, sino que gritara. Probé todas las técnicas del mundo, todas. Recuerdo ponerme compresas tan calientes que me quemaba el pecho, tomé pastillas, tomé todos los remedios caseros, hice de todo.
Usaba una máquina para extraer leche. Con las compresas calientes encima, me enchufaba a la máquina y luego de algunos minutos, solo... como lo leen... solo me salía 1 o 2 gotas en algunos minutos. Hoy, con los años y con mi experiencia como coach, entiendo que mi salud emocional no era la mejor, venía arrastrando un nivel de sufrimiento de pérdida y de rechazo, que no colaboraba con el coctel de hormonas del parto y la nueva responsabilidad del rol de mamá.
Yo vivía con mis padres, mi madre me ayudaba con Bruno, así que un día apareció con un tarro de leche para él. Obviamente se lo lancé por la cabeza, no le hablé a mi mamá en todo el día.
Un día mientras conversaba por celular, con mi instructora de parto, para que una vez más me aconseje sobre algún otro remedio y eso me permita mantenerme firme con la alimentación con leche materna, ella lo escuchó llorar. Fue en medio de su habitual charla telefónica, y mientras me explicaba la importancia que él reciba mi leche... mi mami lo acercaba, así que ella lo escuchó llorar a Bruno. Se quedó en silencio y me dijo... "Karyna dale biberón ya!"
Bruno tomó 8 onzas de leche en una sola toma y yo lloré todo el tiempo porque pensaba que estaba siendo una pésima madre.
Y así transcurrió nuestra vida, éramos una pareja invencible.
No había nada más gratificante que volver a casa para verlo, estar con él, dedicarme a él. Mi vida cambió completamente, dejé de usar mi ropa para usar jeans, camisetas y tennis, me corté el cabello para evitar que Bruno lo jale y me corté mis hermosas uñas largas, para poder manipularlo sin riesgo de arañarlo.
Era una nueva yo, feliz pero era un nueva mujer.
jueves, 11 de enero de 2024
El poder de amar la realidad
A mediados del año pasado, ingresé a una comunidad de mujeres y emprendedoras, llamada Creételo, encabezado por la gran Michelle Poller... NO, hoy no voy a hablar de ella, ni de la comunidad, sino de un hombre que conocí gracias a, su nombre es Jonathan Benaim.
Soy una fanática de Byron Katie. En su libro Amar lo que es, ella te invita a abrazar su visión tan sencilla de la vida... y que a veces te hace sentir un poco tonta cuando recuerdas lo necia que has sido frente a las situaciones de la vida, que has "osado" describir como dramáticas. Pues resulta que cuando conversé con Jonathan para esta historia, él me recordó, a ella y a su libro, casi de inmediato.
Es venezolano, tiene -30 años, se define principalmente como actor y conferencista, judío, fashionista, pasión que me acabo de enterar cuando lo entrevisté, un verdadero apasionado por la vida. Vive desde el 2012 en Panamá, trabaja como parte del equipo de Michelle Poller, pero sobre todo puedo decirles que conocerlo es una experiencia de otro mundo y cuando lo ves, en mi caso a través de una pantalla, solo puedes pensar que Dios nunca, nunca, nunca se equivoca.
Mmmm tal vez algunos, los que se fijan en todo, estarán diciendo... "qué gil Karyna! puso -30 años!"... pero NO, no es un error, cuando Jonathan nació le dieron solo 48 horas de vida, así que los años que lleva a cuesta, son un regalo, que él valora tanto... para él, la vida es una fiesta que no se quiere perder. Si quieres conocer más de él, mira el documental del The New York: Laughing in the Face of Disability 👉 Tuesco
Escribir un pedacito de su historia, para nutrirnos de su receta para elegir ser feliz... ahhhhh sí, solo es un pedacito, porque de las casi 2 horas que estuvimos conversando, como si nos conociéramos de toda la vida, me pidió que su pregunta para el live sea: ¿cómo elegí ser feliz cuando entendí que nunca seré independiente?
Coincido con él, en que la felicidad es una elección y una decisión. Así que, para una persona que ama su soledad, que se ama tal cual como es, y que no está dispuesto, ni por un minuto, a cambiar su vida por cualquier otra, tener que "depender" de su entorno para alimentarse, vestirse, bañarse y demás es, a mi juicio, su mayor preocupación, porque el resto lo tiene totalmente controlado.
La aceptación radical llegó a sus 14 años, cuando se dio cuenta que no podría vivir una vida, como la vivían sus amigos, que empezaban ya con las noviecitas... pero también me recalca, que a esa edad también sabía, que no era posible "solo por ahora". El sabía que no quería morirse, la tiene clarísimo... él no tiene ninguna misión especial (bromea diciendo que eso es para James Bond y Tom Cruise), él no pierde tiempo preguntándose: ¿por qué a mí? o ¿para qué?, él va directo... "yo lo que tengo que hacer es ser feliz, con lo que tengo y con lo que soy".
Cuando él entendió que no era el único ser humano que tenía los minutos contados, "el que tenga miedo a morir, que no nazca literalmente", todo cambió para él. Empezó a amar su cuerpo. Estuvo a punto de volver a caminar por tres ocasiones, pero luego de cuatro mala praxis médicas, él está convencido que Dios no lo quiere caminando, que lo quiere en cuatro ruedas.
Y es que tanto él, como su familia, lograron darle otro significado a:
- Su silla de ruedas, que es solo un accesorio, es como si fuera un collar, me encanta cuando en el documental, dice: "mi mamá siempre ha estado tan ocupada en tratarme como alguien normal", y es que para él, la sonrisa y mirada de su madre es lo que le da fuerzas... y para mí, que la veo de madre a madre, pienso que es Dios, experimentando ser una mamá de la puta madre!
- Su incapacidad, además de lo evidente, de la que puedo ver a través de mis ojos, de la que él es totalmente realista, como cuando me dice: "yo se que nunca voy a caminar, yo se que por allí no es". Sólo es eso, una característica más, de todas las que tiene y que me encanta porque la define como, su capacidad dentro de su incapacidad.
Estén atentos a "Espina" la película donde Jonathan es el actor principal, con la que buscan junto a su director, normalizar la discapacidad con humor.
miércoles, 10 de enero de 2024
Me están apuntando con un arma
El día de ayer mi país se vio afectado por ataques coordinados en diferentes ciudades del país. Dichos ataques están orquestados por organizaciones delictivas asociadas al narcotráfico, bandas como: Los lobos, Los choneros, Los Tiguerones... no vale la pena mencionar a todos, menciono los que tengo en la memoria.
Desde mi humilde opinión, y para describirlo de cierta forma entendible para todos, el país lleva varios años acumulando tensión, como si fuera una olla de presión, que creo ha empezado a escapar, aunque para algunos ya explotó. Lo que es cierto es que el presidente lanzó algunos decretos y la ciudadanía está nerviosa y alterada, sobre todo porque en la ciudad de Guayaquil, donde vivo, unas 15 personas secuestraron un canal de televisión justo cuando salía al aire su noticiero.
No, yo no estuve en el canal de televisión, pero quise desde mi nueva visión de los hechos, aunque no desde mi sala de televisión, sino desde mi propia experiencia, esa en la que he tenido una pistola apuntándome a mi cara o mi cuerpo.
En total han sido cuatro, dos fueron relativamente rápidas, apenas duraron minutos... pero aún recuerdo vívidamente lo que viví durante un asalto, en 2009, en un restaurante donde fuimos secuestrados unas 30 personas que nos encontrábamos almorzando y otro más intenso, en 2011, cuando la policía nacional se declaró en paro y el país quedó a merced de la delincuencia común.
Recuerdo que trabajaba para una de las más importantes empresas de ventas de electrodomésticos de retail, nuestras oficinas corporativas estaban ubicadas en el sector norte de la ciudad, no era un barrio considerado "malo" pero nunca se me hubiera ocurrido transitar por allí, caminando. Mi jefe y yo estábamos a cargo del proyecto de implementación del nuevo ERP, el cual se trabajaba con un proveedor del exterior, casualmente ese día habían llegado desde Argentina para trabajar durante 1 semana con nosotros.
El proyecto en sí, era sumamente desgastante, tenía a mi cargo un equipo de 15 personas, más el equipo de 40 usuarios o más, que trabajaba como parte de la implementación. Estábamos reunidos cuando, al igual que ayer, la noticia se hizo viral... la policía nacional se había sublevado y el presidente terminó recluido en un hospital, en espera de su liberación. Mucho tiempo después, este episodio se conoció como el 30-S, y fue utilizado políticamente, en mi opinión de forma magistral.
Y mientras policías y un buen grupo de militares se enfrentaban al gobierno de turno, la ciudadanía quedó sin resguardo alguno, esto empezó en horas de la mañana. Mi jefe me propuso ir a almorzar junto con parte del equipo, a un lugar cercano, para evitar sacar el vehículo. Apenas eran 4 cuadras, éramos 6 personas, 4 hombres y 2 mujeres.
Entramos en el restaurante y fuimos a la parte interna del mismo, el lugar estaba repleto. Se podía sentir que el ambiente estaba pesado, recuerdo que comimos de prisa, no había lugar para la sobremesa ni para el cafecito, y cuando estábamos esperando pagar, se escuchó el primer disparo. Todos fuimos a dar al piso.
Recuerdo los gritos a mi alrededor, la chica que nos acompañaba realmente estaba histérica... pero no tanto como estos pobres consultores argentinos, uno medía 2 metros, el otro no tanto. Luego se escuchó el segundo disparo. Recuerdo haberme sacado todas mis joyas (no entiendo por qué salí con ellas 😕), a la par que les decía a estos tres que se calmaran, que respiraran, que se preparen para salir.
Mi jefe y yo, hicimos contacto visual y simplemente lo supe, agarré a mi equipo, nos incorporamos para ver qué pasaba. Lo que ignorábamos, hasta ese momento, es que en vista la policía se había sublevado, la delincuencia común había empezado a hacer de las suyas: robos, asaltos y saqueos en toda la ciudad.
El guardia del local había logrado evitar la irrupción del ladrón hacia el local, así que salimos apenas pudimos... caminamos rápidamente esas 4 cuadras hacia la oficina. La administración nos autorizó a regresar a nuestras casas, así que algunos compañeros se ofrecieron a llevarnos en sus vehículos. Mi vehículo durmió, esa noche, en la oficina.
** Historia 2 **
No me había dado cuenta, hasta este momento, que ambas historias tienen algo en común, trabajaba en el mismo sitio. Esta en cambio, sucedió apenas 3 meses que mi hijo había fallecido, en 2009. Habíamos decidido almorzar, mi nueva amiga y Gerente de RRHH, en un restaurante cercano a la oficina, ese día fuimos en su vehículo. Era sábado.
El sitio estaba sobre una concurrida avenida, y contaba con unos amplios ventanales que te permitía mirar hacia adentro y fuera del local. No recuerdo si habíamos hecho el pedido, lo que sí recuerdo era la conversación que teníamos, mi amiga estaba por irse de vacaciones con la familia al exterior, cargaba todos los pasaportes en su cartera. El sitio estaba completamente lleno.
Si querías entrar, debías esperar que te abrieron la puerta desde dentro. Sonó el timbre y recuerdo haber volteado a ver quiénes entraron, ya que mi silla estaba a escasos 3 metros de la puerta. Eran dos, pero parecían más, cuando gritaron: "Quietos, esto es un asalto!" Instintivamente todos levantamos las manos, pero nos advirtieron que luzcamos normales.
Normales? Cómo se hace eso? Desvalijaron a cada persona del local, e incluso al local en sí. Mi amiga se quedó sin cartera, relojes, celular. Recuerdo a los comensales, así como los pequeños gritos ahogados de las mujeres, y las miradas de impotencia de los hombres "grandes y fuertes".
Algunos osaban levantarse para "encararlos", como el señor sentado en la mesa trasera a la mía que en un acto de valentía, fue disuadido de no continuar haciéndolo gracias al arma que apuntaba a su cabeza, bueno en realidad el arma me apuntaba a mi, ya que yo estaba en medio de él y el asaltante.
Mientras nos pedía entregarles todo... yo opté por sacarme mis aretes de plata y dárselos al asaltante más cercano... ese al que me apuntaba. El los tomó en su mano y los lanzó al piso, mientras me senté moví mi cartera, que tenía todos mis papeles, mi dinero, tarjetas y mi celular, al medio de mis piernas. Su compinche seguía desvalijando a todos, incluso a mi amiga.
Recuerdo que frente a mí, había una mesa con una familia, el papá tenía en brazos a su hijo de no más de 2 años. Lastimosamente para él, cargaba una gruesa y llamativa cadena de oro, así que como no lograba sacársela, el asaltante "lo ayudaba" acercándole su arma a su cuello y con ello a su hijo que no paraba de llorar. Yo hasta me levanté de la silla, y le pedí que por favor parara y justo en ese instante la cadena se abrió.
Abrieron la puerta y huyeron. Todos empezaron a gritar, de hecho, mi amiga salió corriendo detrás de los ladrones. Yo recogí mis aretes que estaban en el piso, tomé mi cartera, y llamé a un amigo para que nos rescate porque las llaves del carro de mi amiga se habían ido en su cartera. Cuando terminé la llamada, me di cuenta que todos me veían, con una mezcla de asombro, desconfianza y enojo.
Hoy, muchos años después de ambas situaciones, sin querer comparar lo que el personal del canal tuvo que vivir, les puedo decir que aunque te parezca imposible de creer o pienses que lo que está pasando no debería pasar. La realidad es que sí y pelear con ella... solo te produce sufrimiento.
He escuchado a muchas personas, familia y amigos cercanos, que los terroristas no deberían atacarnos, que los terroristas son malvados, pero la realidad es que están atacando al país. Y lo hacen, porque ellos creen en un pensamiento opuesto al nuestro, creen que la violencia funciona, lo creen porque el mundo entero les ha enseñado esto y lo creen con igual intensidad que nosotros creemos, cómo que debería ser el mundo. Ellos, al igual que nosotros son víctimas de sus pensamientos y creencias.
También he escuchado que la gente piensa que el gobierno debería defendernos, y que actualmente no hace nada para sacarnos de donde estamos. Pero la realidad es que NO tenemos la absoluta certeza que el gobierno esté o no haciendo algo, y lo sé, porque NO sabemos todo lo que ocurre al interior.
Tengo que confesarles que no siento temor, no lo sentí en ambas experiencias, no lo sentí ayer, ni hoy que acompañé a mi esposo al supermercado, y eso me da una ventaja: pensar con claridad. No puedo estar segura que volveré a vivir un momento desagradable o dramático en mi vida, pero si ocurre, no voy a negarlo, no voy a pelear con la realidad, por lo tanto, decido que viviré ese drama, solo y únicamente si ocurre.
Esperar que otros actúen de una u otra forma, también es pelear con la realidad. Acá recuerdo lo que leí en el libro de Byron Katie, Amar lo que es, cuando revisa la historia de una persona que vivió en NY cuando ocurrió en el atentado del 9-11. No, ella no fue una sobreviviente de los ataques, ella estaba a 70 cuadras de lo ocurrido, pero sentía que luego de aquello no podía tomar el metro sin sentir que iba a morir allí.
Voy a tratar de resumir, con este ejemplo, lo que nos ocurre a todos, en este tipo de situaciones, como las que vimos por televisión:
- Piensas que el ataque te puede pasar a ti, que puedes morir y que tus hijos, si los tienes se quedarán solos.
- Te enfureces si tu familia, no está igual o peor de preocupada que tú y que no tome las mismas precauciones. Te enoja que te hagan sentir como si fueras una exagerada o loca.
- Cuando esos pensamientos llegan a tu mente, te sientes en tensión, fuera de ti, te encierras, e incluso te vuelves violenta, le gritas a otros y hasta eres capaz de golpear a otros, para que te hagan caso.
Mientras veía la televisión, ayer, me preguntaba si yo hubiera podido estar con la cara al piso, escuchando los disparos, o si hubiera podido aguantar tener un arma apuntándome, y entonces recordé estos dos episodios que les he contado... Mi final feliz fue darme cuenta que me salvé, aquellas veces y ayer, así que agradecer que sigo viva para contarlo, se vuelve tan necesario como respirar.
lunes, 8 de enero de 2024
Mi papá me rechazó
Hace poco tuve la oportunidad de tener a mi papá en casa. Desde la muerte de mi mamá vive solo. Tiene 84 años, es hipertenso, acaba de ser diagnosticado de cáncer de próstata, pero no tiene ningún tipo de dolor, si lo vieras pareciera que no estuviera enfermo.
Su visita se debió a que sufrió un desmayo y el doctor recomendó que esa semana estuviera acompañado. Gracias a su visita, pude recordar el momento exacto en que creé una necesidad que me ha limitado y marcado toda mi vida.
Pero primero los tengo que poner en contexto, y retroceder 45 años...
Mi padre ha sido la figura más importante para mí. Ha sido una relación que ha marcado mi vida, y aunque hace algunos años, en sesiones con una psicóloga "esta historia" apareció, le asignamos un significado, que hoy califico de simplista: "yo buscaba parejas mayores porque lo que buscaba, realmente era un papá!"
En realidad eso era, solo la punta del iceberg...
Había llegado del colegio, tenía 5 años, recuerdo que aún llevaba puesto el uniforme. Jugaba, cuando escuché que mi padre llegaba del trabajo, inmediatamente me encaramé encima del mueble junto a la puerta. Mi plan era lanzármele apenas llegue.
Así que apenas abrió la puerta y la atravesó, yo volé por los aires, esperando que mi papá me reciba con todo el amor que creía merecer, pero un solo “¡quítate!” y su brazo golpeando mi pecho, me llevó a la "realidad", de que él debía rechazarme porque yo había hecho algo mal. Este fue el primer rechazo que tuve que afrontar.
Hoy puedo entender, que esta historia para mí fue el inicio, el inicio de una vida de tortura, sí… y que, gracias a la introspección, al autoconocimiento, a profundizar en mí, a estar en tiempo presente, logré descubrir y liberarme. Esa historia fue “la patada inicial” de la historia que recordé, esa tarde en mi casa mientras conversábamos.
He tenido muy pocos recuerdos de mi infancia... los contaba con los dedos de una mano, difusos, cortos, pero éstos que les comparto, los podría repasar en mi mente, tal cual como si viera una película. Hoy entiendo, y me perdono por hacerlo, que todas las decisiones que he tomado en mi vida, fueron producto de reaccionar desde la mirada de mi niña de 5 años, reviviendo esta historia una y otra vez.
Esa historia, acompañada de ésta... No recuerdo que mi padre fuera particularmente cariñoso, de esos papás de propaganda de televisión, que abrazan y llenan de besos a sus hijos; de hecho, nunca nos había dicho que nos amaba, y no habíamos sentido tanta necesidad de escucharlo, hasta que una tarde, mi hermana de 15 años y yo de 11, nos sorprendió llegando con un muñeco de felpa, un Micky Mouse, que se lo traía de regalo, a mi hermana recién nacida.
Ese día dejé de buscar, en mi padre, el amor que yo necesitaba a gritos. A él, le reemplazaron la familia (primos, tíos, abuelos), luego las amigas del colegio o los amigos de la universidad, los profesores, los enamoraditos... luego los jefes, las parejas serias... No fue evidente mi necesidad de ser amada o valorada, hasta hace un tiempo que puede "ver" lo que había sido capaz de hacer.
Yo pensaba que era la gente la que me hacía daño o me hacía sufrir, pero estaba mirando hacia el lado equivocado. Eran mis propios comportamientos o hábitos los que hacían que mi vida se sienta como un verdadero infierno. Uff! La lista, en estos casi 50 años de vida es larguísima, pero por sentirme valorada he sido capaz de aceptar trabajar sin sueldo, normalizar el trato despectivo o violento de mis jefes, trabajar horas extras sin compensación salarial, asumir responsabilidades que no eran mías.
· Y para sentirme amada? soporté parejas que eran violentos verbalmente, dejé que amigos me manipularan, incluso acepté tener mi primera relación sexual sin realmente quererla, presté dinero y nunca exigí su devolución. Me esforzaba por quedar bien con todos y con todo, todo el tiempo... realmente lo hacía "muy bien"
Todo ese tiempo, no hizo más que llevarme a un hueco profundo, a colocarme en una situación insostenible porque vivía comparándome con todos y siempre sintiéndome menos por no cumplir las expectativas, desconfiando de mí y de mi capacidad, sin reconocer mis logros o considerarlos tan simples que cualquiera los conseguiría, e incluso sin permitirme fracasar o equivocarme.
Luego de mucho esfuerzo, y proceso de revisión interna, me di cuenta que me había vuelto una mujer complaciente, entendí que el rechazo que sentía de mi padre había sido el motivo pero no entendía por qué tenía que esforzarme tanto, para merecer amor y valoración? Ahora sí, podemos volver a ese día en la sala de mi casa, junto a mi padre de 84 años.
Estábamos conversando sobre el libro que acababa de terminar de leer, y justo cuando estaba por levantarme, me llegó una información... No sé bien cómo describir cómo me llega, pero es una especie de “noticiero” que puedo “ver” en mi cabeza. Cuando la información llega así, “siento” que viene en forma de respuesta a alguna pregunta que tengo... ese día lo supe.
Retrocedí nuevamente en el tiempo, y vi a mi padre siguiendo fielmente la forma en que él mismo fue criado, abría la puerta de la habitación que compartía con mi hermana. Todos los fines de semana y feriados, nos despertaba a las 6h00 de la mañana, lo hacía para instruirnos que “debíamos ayudar” en casa, que esa “era nuestra obligación”, nuestra forma de contribuir por lo que ellos (mis padres) hacían (sacrificios) por nosotros y lo hacía recordándonos la frase de mi nonno (mi abuelo, su padre): “Cuando tengas los chinches en la cabeza (problemas o preocupaciones) allí no podrán dormir!”.
Esa tarde, sentada junto a mi padre, me di cuenta que había recibido una programación semanal, que estableció una creencia que me ha marcado de por vida. Fue esa programación la que me llevó a decidir inconscientemente que debía “complacer” a otros, porque esa era la única forma de ser merecedora de amor o valoración.
Llegué a pensar que MI VALOR era la sumatoria de todos los “buenos comentarios” que la gente decía de mí, o de lo que la gente pensaba de mí. Así que yo para VALER ALGO, me había dedicado a convertirme en la persona que mis padres, mi familia, mis parejas, mis jefes, etc querían, yo me convertí en una persona complaciente. Y no pienses que lucía como tal, si preguntas a muchas de las personas te podrán decir que yo lucía como una persona segura, confiada, empoderada… pero por dentro, vivía un verdadero infierno.
Luego de mucho trabajo interno, logré identificar los patrones, logré atar cabos, logré reconocer los pensamientos y creencias que validaban mi comportamiento, y al fin pude aceptar que todas a esas personas que estuve complaciendo en realidad eran maestros que lo que hacían era llevarme a situaciones incómodas para que despierte.
Pensé que mi historia había logrado su final feliz, aceptando esa información que me llegó de la nada, porque reconocía que, desde hace algunos años, tenía una buena relación con mi padre; de hecho mi hermana me ha dicho que le gustaría tener una relación con él, así como la que yo tengo. Lo pensaba, hasta que tuve una mentoría con Maickel Melamed (por favor vayan y revisen su historia).
Ese 13 de diciembre, le conté mi historia con papá. Mientras se la contaba, me di cuenta que yo tampoco le había dicho que lo amaba. Así, que él me propuso una sola cosa: "Conversa con tu padre, y pregúntale aquello que quieres escuchar, cuánto tiempo has esperado para preguntarte si te ama... Anda dile que lo amas y acepta lo que te diga, no cuestiones la forma como te lo diga, esa es su forma, la que aprendió" Hacerlo sonaba tan fácil, pero los 20 minutos manejando hacia su casa, se me hicieron eternos... lloraba tanto, que casi no podía ver...
Cuando llegué, tuve que darme un tiempo para empezar a conversar, podía ver que mi niña de 5 años era quien hablaba, podía observarme y percatarme que la que estaba frente a él, era mi niña de 5 años, aún vestida de uniforme. Le recordé cada uno de los momentos que he compartido en este texto, él no sabía de lo que le hablaba.
Cuando le tocó su turno, empezó a hablar de su infancia, de sus hermanos, sonó el teléfono... atendió... Yo luchaba para no interpretar nuevamente esto como un rechazo, luego de un buen rato, me levanté y fui hacia la puerta... me despedí de él y cuando abrí la puerta, escuché: "mi hijita, no te preocupes, que yo si te quiero, a ti y a tu hermana". Volví a volar por los aires, y caí en sus brazos, pero esta vez encontré mi final feliz.
viernes, 5 de enero de 2024
Cuándo la ex esposa de tu esposo, te pide conversar...
Recuerdan la historia que escribí en noviembre, El día en que me convertí en abuela?, se acuerdan?, se acuerdan?... Si no la has leído, anda al blog y busca la historia porque si no, no vas a entender ni un carajo...
Bueno minutos después de publicar aquella historia, mi esposo les envió el link a sus hijas y a su ex.
Yo casi me caí de la silla, cuando me enteré... pero mi diálogo interno dijo... "tranki Karyna que solo estás agradeciendo, ¿qué es lo peor que pueden pensar?"
Luego Roberto me comentó lo que sus hijas habían opinado, y eso ya me puso como en una zona de "estar a la defensiva".... No, no, nooooo no se hagan historias en la cabeza, que esa fui yo! Sigan leyendo, SOLO sigan leyendo.
Hasta que me llegó un mensaje de whastapp, de ella... de la abu... osea la ex esposa de Roberto!
Y allí siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, dejé libre a la La loca de la casa, como lo explica Margarita Pasos.
Ella solo decía que respetaba mi punto de vista, pero que ella quería compartirme la suya, tomándonos un café uno de estos días que estaríamos en Quito por la fiestas.
El shock y la angustia me duró como una semana... lo peor que pensé que pasaría fue que ella me diría, yo no te considero ninguna abuela de mis nietas y no quiero que las vuelvas a ver... 2 segundos después, yo misma me decía... estás loca no? qué te fumaste?
Así transcurrieron los días, hasta que el 23 de diciembre sonó mi celular, yo estaba sola en el departamento de una de sus hijas, cuidando y velando el sueño de Luna, nuestra nieta.
Y allí estaba yo, caminando hombro a hombro hacia la cafetería cercana, junto a la abu... la conversación era bastante trivial, y aproveché para asegurarme que yo estuviera todo el tiempo en modo presente, controlar mi diálogo interno, y disfrutar de esa conversación, tanto como pudiera.
Entramos a la cafetería, y justo antes de sentarnos, me hice esta pregunta en la cabeza: ¿Quién decidirás ser en esta situación? Con esto en la mente, y luego de conversar sobre la salud de mi papi, su frase marcó el inicio de "esa conversación tan esperada", bueno "yo te invité aquí para..."
NO, no les voy a contar exactamente lo que me dijo... ella expuso su punto de vista y nooooooooooo, ninguno de mis temores se hizo realidad. Yo le conté cosas que nunca pensé compartiría con la ex-exposa de mi esposo... NUNCA, simplemente le abrí mi corazón.
Regresamos, y volvimos a la realidad, hasta la tarde del 25 de diciembre, mientras jugábamos Roberto, la abu, la hija de Roberto, y yo con Amelia, nuestra primera nieta.
De repente, Amelia me dijo "oye Karyna..." me volteé y sentí que mi peor temor se estaba haciendo realidad... le dije "oye muchachita, cómo que Karyna? yo soy tu abuela!"
Y Amelia, se volteó, y mirándome a los ojos me preguntó: "¿tú eres mi abuela?" ACLARACIÓN: Amelia nos dice: nonno a Roberto, nonna a mí, Coco a su abuelo paterno, Lily a su abuela paterna, y a ella le dice Abu.
Fueron micro segundos en que me congelé, pensando en la respuesta correcta para no ofender a nadie en esa sala... alcancé a decir "buenoooooo técnicamente soy tu abuela" hasta que me interrumpió la abu diciéndole: "sí Amelia, ella es tu abuela, solo que ellos se dicen nonno y nonna porque hablan en italiano".
Todos reímos... y en ese instante, agradecí que ese era el final feliz perfecto a esta historia.
martes, 2 de enero de 2024
El live fue un completo fracaso
Así pensaba ayer cuando hice mi primer live del Reto de 100 días Eligiendo ser Feliz. Toda la mañana había estado revisando mis notas, tenía un guión armado y preparado, pero cuando el reloj marcó las 19h30 y tuve que encender la cámara, yo sentí que todo se fue al diablo...
Luego de presentarme, sentí que todo se salía de control, mi historia, mi mensaje... Para los que no lo saben, durante mi práctica en la maestría hicimos un ejercicio para identificar a tu saboteador, es una técnica que uso en sesiones porque nos da mucha información sobre nosotros mismos.
El mío se llama Sr. Perfección, y casi apenas empezó el live, lo tenía yo gritándome al oído: "ya te equivocaste", "te estás saliendo del guión", "no están entendiendo el mensaje!"... y un montón de frases más. Obviamente, la consecuencia fue ponerme cada vez más nerviosa, estaba abrumada, y me estaba nublando el enfoque que quería darle al EN VIVO.
Apenas terminó, llamé a mi hermana a "reclamarle" porque no se conectó... y cuando le expliqué cómo me sentía, inmediatamente me dijo: "Ahorita lo veo".
Luego llegó mi esposo y me dijo: "No entiendo... cuál es el objetivo del live?". Yo quería morirme... Empecé a sentir naúseas y empecé a cuestionarme si había sido una buena idea hacer este reto.
Conversamos y me recomendó esperar hasta hoy, para con "cabeza fría", hacer los ajustes que considere necesarios. Mientras veía la televisión, lo supe, ésta sería la historia perfecta para mi segundo LIVE.
Hoy me levanté a las 6am... y fui directo a mi oficina.
Me senté frente al escritorio, tomé una hoja e hice lo que tenía que hacer, enfrentarme a esta situación y elegir ser feliz... porque no me estaba sintiendo así.
A continuación, les ofrezco una resumen del análisis que hice, vamos a llamarle "la receta" que usé prar revisar esta historia:
1. Observar
lunes, 1 de enero de 2024
La bendición de ser despedida
Llevaba varios años en un trabajo bien remunerado y desempeñando un cargo importante para la empresa líder del mercado. El dueño es un viejo amigo mío.
De hecho, era la segunda vez que trabajaba en este grupo empresarial, aunque los últimos 3 años, no sé cómo explicarlo… simplemente no se sentía bien, vivía una especie de sinsabor constante, que no me permitía disfrutar de los triunfos, pero en cambio los fracasos se sentían como proyectiles a quema ropa…
Era una fiel creyente que en el trabajo hay que “ponerse la camiseta de la empresa”, pero un día el dueño, mi amigo, en medio de una presentación que hacía, sobre un proyecto de reestructuración, me acusó de conspirar para desvincular a mi compañero de trabajo, fue un momento tan raro, incómodo y frustrante… sentí impotencia, enojo, tristeza y decepción, solo quería salir corriendo de allí. No entendía por qué desconfiaba de mi, si lo único que había hecho era ser fiel y leal a él y a su compañía.
Días después de esa discusión, empecé a planear
mi estrategia de salida de la empresa, yo sabía que tenía que
existir otra forma de ganar dinero y con ello dejar de sentirme como la suela
de un zapato, así que apliqué a una Maestría en Coaching Directivo y
Liderazgo, lo que me daría la posibilidad de tener una segunda profesión y emigrar fuera de Ecuador.
En ese momento no sabía que esa decisión, me
permitiría transitar por un extraordinario y poderoso proceso transformador, algo
que cambió definitivamente TODA MI VIDA.
Empecé a hacer mis pininos como
coach… Ufff al principio fue dificilísimo, llegué a pensar
que esto no era lo mío, aunque sentía que era más grande que yo… era
testigo de cambios tan significativos en las personas, que simplemente me
quedaba sin palabras y no tuve más que confiar en el proceso.
Pero la vida me tenía preparada ¡una bomba!
Mi jefe y dueño de la compañía, me invitó a almorzar. Mi madre había fallecido hacía unas pocas semanas, así que pasamos por lo menos 2 horas conversando de varios temas... Luego me pidió lo acompañe a una salita porque quería "decirme algo".
Luego de casi 7 años de trabajo, el
dueño (sí, sí… mi amigo) me notificó que la empresa pasaba por una
reestructuración y mis servicios ya no serían requeridos. ¡Estaba
despedida!
Pasamos otra hora "conversando", él me decía lo agradecido que estaba por mi labor y los cambios significativos que había realizado para la empresa. Justificó su decisión, que hizo conocer que le costaba muchísimo y de la cual no se sentía seguro, porque era necesario bajar los costos o si no, su patromonio se vería comprometido; de hecho yo no fui la única despedida.
Yo lo escuchaba y me observaba, no podía creer que me mantuviera tan serena, era como una fuerza interna, que me permitió agradecerle y retirarme del sitio, sin perder la postura. De hecho, recuerdo que pidió mi opinión, para otras decisiones que tenía que tomar y recuerdo, desconectada de mi situación, haberle hecho un montón de otras recomendaciones para seguir mejorando la compañía.
Llegué a mi casa y lloré desconsoladamente en brazos de Roberto... era una mezcla de sentimientos.
Sentía que caía en picada, me preguntaba: «¿por qué a mi?», «todo mi esfuerzo, dedicación y compromiso con la empresa… ¿no sirvió de nada?», «¿qué iba a hacer?». Trataba de encontrar la parte positiva de todo esto, y convencerme que todo era por mi bien…
Si me hubiera quedado con esta última conversación, aún me sentiría acabada, como víctima de esa situación.
Me costó algunas semanas, darle un extraordinario significado a esta situación, la decisión de mi amigo solo estaba contribuyendo con mi proceso de transformación, que para ese entonces ya había iniciado.
Podría querer que la situación fuese diferente, es decir querer que mi amigo no tome la decisión de despedirme y mantenerme en la compañía... pero la verdad es que SÍ, lo hizo, y no aceptar la realidad no me llevaba a ningún lado.
Como lo dije antes, esta situación me hacía sentir "desvalida, insuficiente, descartable"... pero lo extraño y paradójico es que ya me venía sintiendo así, algunos años atrás, mientras trabajaba en esa compañía, ¿cómo podía ser posible?
Entendí que, no era el perder el trabajo lo que me molestaba, lo que me dolía era que mi amigo NO valorara mi esfuerzo todos esos años, que todos los cambios y mejoras no significaran nada para él... Y es que yo le exigía algo que yo misma era incapaz de ver en mi. YO no creía en mi, ni me valoraba, ni reconocía mis esfuerzos ni mis logros... no solo en esa compañía... sino en toda la vida.
Darme cuenta de esto, fue WOWWWWWWWW... La decisión de mi amigo me dio la oportunidad de conectar conmigo, de verme, de reconocerme, de creer en mi, de ser el motor de mi creación. Mientras sigas esperando que otro haga por ti lo que tú mismo eres incapaz de hacer por ti... siempre sufrirás y te angustiarás, siempre habrá tristeza y vacío.
Decidí que mi final feliz a esta historia, es agradecer aquella discusión con mi amigo y jefe, sin eso jamás hubiera tomar la maestría, e iniciar este camino. El despido fue una bendición, ya que no solo recibí una buena liquidación por los años de servicio, sino que fue la oportunidad para demostrarme que yo podía salir adelante por mi sola.
Hoy casi un año después, puedo ver lo maravilloso que fue tener el tiempo para iniciar mi emprendimiento como Mentor Coach de Mindset, especializada en hábitos de complacencia. Estoy agradecida de conectar con mi propósito de vida, acompañando a mujeres a re-descubrirse, y a ponerse como prioridad en sus vidas, como lo hice yo, para vivir la vida de forma libre y auténtica, desde la paz y tranquilidad de saber que yo solo creo (de crear) solo lo que creo (de creer).